Tupper para tres, de Sara Jotabé. Reseña



Editorial fandogamia

Género: humor, comic


Sinopsis:

Cayetana es una niña bien que decide salir del cascarón en su primer año de carrera universitaria. ¡Quizá meterse en un piso compartido con una punkarra y un empollón a tiempo completo no era la mejor idea! Entre examen y examen hay tiempo para escarceos amorosos, enfados y riñas, un poco de autodescubrimiento, imprevistos IM-PO-SI-BLES de arreglar y algún momento de chill. ¡Parece que sepa a poco, pero compartir un TUPPER PARA TRES puede dar para un año completo!


No es fácil reseñar este tipo de libros, a no ser que se juzgue por separado la historia y el apartado gráfico, así que así abordaré esta reseña.

Obviamente, no hay mucho texto, pero está correctamente redactado. En cuanto al argumento, la situación de compartir piso da para sacarle mucho jugo. Esperaba más conflictos y situaciones peliagudas, pero en general los protagonistas se llevan bien y prima el buen rollo. Lo cual resulta un tanto inverosímil, dadas las personalidades tan distintas de los cohabitantes. Hacia la mitad del libro esto mejora, cuando aparece un nuevo personaje.

Hay escenas muy divertidas como la del youtuber o, mejor dicho, llutufer xD. O como el lío que se monta con las croquetas. El resto está simpático, pero me quedé con ganas de más.

Los gráficos son muy buenos y la autora expresa bien todas las reacciones de los personajes.

No me sale hacer una reseña más extensa porque es un libro que entretiene y te hace echarte algunas risas, pero en mi opinión sabe a poco. Habrá que seguirle la pista a la autora, pues demuestra que sabe dar vida a cualquier situación. Ya solo falta que la creatividad para montar un buen guion esté a la misma altura.

El arcón del capitán, de Iñaki de Pablo. Reseña

 


Editorial: Malas Artes. 2022. 196 páginas

Género: fantasía, juvenil, aventuras

Sinopsis editorial:

Es un relato fantástico que cuenta las aventuras de dos hermanos y sus amigos, que dan con un viejo marino y un baúl que tiene guardado. Ese baúl, con poderes mágicos, los transporta a un mundo de duendes y hadas y se ven inmersos en una guerra entre tres reinos diferentes, y otros peligros, de los que saldrán como buenamente puedan, después de muchos sufrimientos y peripecias


Escribir una buena sinopsis, que no destripe el argumento pero enganche al lector, es difícil. Convertir una sinopsis en un resumen del libro, como ocurre en este caso, no me parece la mejor estrategia para mantener la ilusión de adentrarse más allá del título y la portada. 

Este libro parece orientado al público juvenil, por argumento y edad de los protagonistas. Sin embargo, la editorial lo engloba en la extraña categoría de ciencias salvajes. Yo no recomendaría este libro a un público juvenil, y mucho menos al infantil, por un par de motivos.

El primero es que se hace farragoso de leer en varias ocasiones. No tiene un estilo fresco y ágil. Es más bien simplista, que no es lo mismo. El segundo y principal motivo es que no está correctamente redactado. Combina verbos en pasado y presente, incluso en una misma frase: "para las chicas es una novedad pero para los chavales era un cambio de planes."

Abusa de los gerundios y usa expresiones tan manidas como amigo de sus amigos. Y vale que el autor utilice la palabra obscuro en vez de oscuro, pero que lo diga una niña de trece años queda raro. Todas estas cuestiones te sacan de la lectura y, como digo, no hacen del texto algo instructivo para los lectores más jóvenes.

Más allá de sus carencias gramaticales, el argumento también se ve lastrado por la falta de verosimilitud. Pues aunque se trate de un argumento de fantasía, la coherencia no debe faltar con independencia del género. Por ejemplo, se cuelan en una casa y se pasan siete horazas allí, sin hacer nada en concreto. 

La historia no es muy original, pues parece una mezcla de Alicia y Narnia, solo que esta vez en vez de colarse por un armario o por un agujero en pos del conejo se meten en un arcón. El punto original, a la vez que extraño y que me descolocó bastante, es que llegan a un lugar lleno de criaturas fantásticas pero siguen estando en el mundo real, donde no falta ni la cobertura para enviar emails a sus amigos.

Referencias como la de los teleñecos solo las pillamos los lectores de cierta edad. Creo que el problema de este libro es que se queda a medio camino entre el público juvenil y el general, sin llegar a contentar a ninguno. Y, sobre todo, opino que necesita una reescritura completa que lo haga de lectura más apetecible y permita al lector adentrarse en sus páginas para dejarse llevar por la aventura sin más. A mí se me hizo un poco pesado y cuesta arriba, y es una pena, porque pintaba bien y este tipo de aventuras dan mucho juego. 

La cuarta memoria, de Esteban Navarro. Reseña


Género: intriga, novela negra, policíaca, contemporánea
Editorial:  autopublicado, 341 páginas


Sinopsis

Teresa, una empleada de limpieza de la comisaría de policía de Huesca, le regala a su hijo una memoria USB que adquiere a través de una página de internet.
Su hijo, Alejandro, pone el grito en el cielo cuando se da cuenta de que el regalo de su madre no es nuevo y contiene una carpeta oculta que el anterior propietario no borró. En esa carpeta hay un archivo protegido con contraseña.
La madre, ante las protestas de su hijo, decide devolverlo. Busca en el albarán el nombre de la tienda y viaja hasta Zaragoza para entregarlo en mano, ya que quiere quejarse al vendedor de que ha pagado como nuevo algo que es usado.
Esa misma tarde, la policía halla el cadáver del vendedor en el interior de la tienda. Y tanto Teresa, como su hijo, sospechan que lo han asesinado por el contenido oculto del pendrive.


Empiezo por comentar que la sinopsis adelanta bastante los acontecimientos, pero el libro no esconde demasiado las costuras de la trama. El lector sabe antes que el inspector de policía casi todo lo que ocurre, y lo que no sabemos, se presupone con cierta facilidad. Dotar a la historia de algo más de intriga le hubiera dado más emoción.

En esta novela, ambientada hace un par de años, en la pre-pandemia, el autor aborda los riesgos de las nuevas tecnologías y traza una radiografía social de familias desestructuradas, adolescentes que apenas salen de su habitación y varios asuntos más, propios de nuestra época contemporánea.

Al principio es un poco lioso hasta que memorizas las diversas historias, en teoría inconexas,  que se entrecruzan y se desarrollan a caballo entre dos localidades españolas. El atractivo principal del libro es precisamente encajar todas las piezas del puzle y jugar a acertar lo que ocurre antes de que se nos desvele, o lo descubra el inspector Castillo. 

La narración va alternando el punto de vista, de manera que acompañamos a cada personaje en un momento dado. Sin embargo, algunos personajes quedan fuera de nuestro alcance, lo cual los convierte en sospechosos.

La redacción es correcta aunque no está libre de algunos errores de formato, como guiones que faltan o sobran en los diálogos, la confusión entre "sino" y "si no", y cosas así. 

 ¿Por qué los habrían citado, sino?

—Has encontrado algo interesante —le preguntó Longo.

Pues para ser una pregunta, los signos de interrogación brillan por su ausencia...

Y el secretario judicial se fue acompañando al forense, que por lo visto se conocían.

Esta frase está tan mal construida que lastima la vista. "Y el secretario judicial se fue acompañando al forense, al que por lo visto conocía", o bien "Y el secretario judicial se fue acompañando al forense, ya que (o puesto que, o porque), por lo visto, se conocían." 

Como ocurre en el resto de sus libros, el pasado de policía del autor se nota cuando habla de asuntos que, obviamente, conoce bien:

La desidia y el sueldo tan bajo se alían para que muchos policías no presten la atención necesaria a las investigaciones.

Esta novela es más ágil que otras suyas, pero no se libra de caer en resultar un tanto repetitivo a la hora de exponer hechos que ya sabemos de sobra. Una elipsis aquí y allá nos ahorraría tener que leer de nuevo cómo encontraron tal cadáver o qué saben los testigos.

La memoria a la que hace referencia el título se refiere a un conflictivo pendrive sobre el que me extenderé en el spoiler. Lo que sí puedo comentar, ya que sabemos por la sinopsis que es de segunda mano, es esta sorprendente afirmación: 

Entonces recordó que en el bolsillo de su chaqueta tenía la memoria de 128 que le devolvió el banquero. Alguien que pedía una memoria de ese tamaño, seguramente no exigiría que fuese veloz, por lo que no se percataría de que era una memoria antigua. Se metió en el almacén y rebuscó en las estanterías una caja que le sirviera para entregarla como si fuese nueva.

No sé el criterio de dónde sale, pero creo que todos queremos que nuestros dispositivos sean rápidos, con independencia de sus otras características.

No desvelo nada si digo que el archivo de marras que está protegido por contraseña se llama pota. Al hilo de esto, se produce este diálogo:

—Es como el calamar. 

—¿Y por qué no se llama calamar? ​

—No sé, chico, aquí lo llamamos pota. Pero si te apetece, llámalo calamar

—¿Y de dónde viene el nombre de pota? ​El hombre mostró sorpresa, como si se sintiera interrogado. ​

—No sabría decirle —se disculpó—. Pero creo que es una palabra catalana y tiene que ver con las patas del calamar. 

​—Piernas —susurró Castillo. 

​—Sí, si prefiere decirlo así. Pero vamos, son las patas del calamar.

Basta con mirar el diccionario para saber que pota es una palabra española y es un calamar basto. No son las patas y no es lo mismo calamar que pota.  

El hecho de que Teresa viaje hasta otra ciudad para devolver el pendrive puede resultar creíble si tenemos en cuenta que son fechas navideñas y quiere que el regalo esté a tiempo y tal. Pero hay otras cuestiones que resultan más difíciles de creer. en concreto, dos, que destriparé en el spoiler.

Como ocurre en otros de sus libros, el autor incluye una cita famosa o de algún escritor al comienzo de cada capítulo. Me parece meritorio porque debe encajar con algo de la trama.

A pesar de sus fallos, se trata de una entretenida novela policíaca sobre las casualidades y los oscuros secretos inconfesables que guarda quien menos te lo esperas.


Spoiler

El jaleo que se monta con el pendrive está un poco cogido por pinzas. Una búsqueda rápida de pendrives de 128 gigas nos da precios por debajo de 20 euros. Lo fácil era formatearlo y aprovecharlo, que siempre viene bien tener dispositivos de almacenamiento. Que el marido de Emma se quiera deshacer de él porque le da mala espina o porque sí, y en vez de tirarlo a la basura lo revenda, literalmente por un billete (como digo, más de 20 y encima estando usado, no iba a conseguir), le pega más a un adolescente escaso de dinero que a nada menos que un banquero. A esto sumamos que el pendrive es super sospechoso, puesto que el hermano de Emma pregunta por él, pero su cuñado no tiene otra cosa mejor que hacer que ganarse unos euros. 

No sabemos a qué precio lo revende el de la tienda de informática, pero la compradora, Teresa, cree que es carísimo:

Teresa pensó en cómo podía costar tanto una mierda de memoria USB que apenas tenía el tamaño de un dedo.

Si estuviésemos hablando de un disco duro externo de buena marca y 500 gigas, la cosa tendría más sentido.

La sub-trama de la madre ninfómana de Fidel aporta poco más que una especie de cuota forzosa de escenas de sexo, a no ser que también intentase ser una pista falsa.

Nadie sabe qué significan las misteriosas letras del archivo encriptado, hasta que de repente:

Y lo averiguó una adolescente de quince años con solo echar un vistazo a las anotaciones que durante dos semanas estuvo mirando y remirando sin llegar a ninguna conclusión. Y el grupo de Escobar no fue capaz de averiguarlo cuando lo estuvieron investigando.

¿Increíble? Inverosímil en mi opinión, a no ser que la niña sea superdotada, algo que no se comenta que sea el caso.

Pero lo más sorprendente de todo, aunque Edgar sea sospechoso desde que hace preguntas raras sobre su hermana, es que realmente sea el culpable de los asesinatos, especialmente por la posible justificación de los mismos.

Con dos muertes a sus espaldas, la del hombre que atropelló a su hermana y la de esa chica, no podía dejar que la policía diera con las fotos que tomó su hermana en las agresiones de agosto, porque de hacerlo todos caerían en desgracia. Ella por lo que hizo. Y él por los dos crímenes. Y todo, absolutamente todo, se podía evitar si se deshacía de cualquier prueba que relacionara a su hermana con esas chicas.

...¿En serio? Que tengas un familiar pervertido, que tampoco es que haya matado a nadie, se supone que te puede salpicar a ti en tu reputación. Y haces lo que sea necesario, matar y suicidarte inclusive, por tapar los errores del otro, u otra, en este caso. Que levante la mano quien crea que esto es medio normal.

—Prométeme una cosa, Edgar —escuchó las palabras de Emma, una de las últimas veces que hablaron—. Si algún día alguien lo supiera, prométeme que protegerás a mi familia.

El hermano, si dejamos aparte que es un asesino, merece ser canonizado por la manera que tiene de proteger la reputación de la hermana, y por extensión, la del resto de la familia. Si al menos se tratase de un amor incestuoso o de una relación más intensa como madre e hijo, podría ser más creíble. Pero un hermano, policía para más señas, metiéndose en esos fregados por una hermana con la que no convive hace años... me resulta muy poco verosímil. Y el policía también se apunta al bando de defensores del honor y guarda el secreto de Emma. Pues "qué bien" para las víctimas y sus familias.

Yo, precario, de Javier López Menacho. Reseña



Género: crónica, no ficción, autobiográfico

Editorial: Caja baja (13 octubre 2022)

Nº páginas: 196

Sinopsis:

Hace diez años, en lo más hondo de la crisis económica y obligado por la aritmética de la necesidad, Javier López Menacho aceptó trabajar como mascota para una conocida marca de chocolatinas. Durante ocho horas al día bailó y cantó en el interior de un pesado traje sin ventilación. Su puesto duró lo que duró la campaña publicitaria, sin embargo, tardaron meses en pagarle. Dentro iba en calzoncillos. Este es solo el primer peldaño de un descenso a los infiernos del mundo laboral.
Yo, precario recoge las experiencias, vejaciones y desilusiones que el autor se ha encontrado a lo largo de la última década mientras saltaba de un trabajo temporal a otro. Es el testimonio lúcido de una precariedad que aún perdura y una crónica que narra pensando y cuestionando el trabajo como centro de la identidad contemporánea.

Doy por sentado que la mayoría de los que nos hemos adentrado en el mercado laboral por primera vez en las dos últimas décadas nos vemos tristemente reflejados en lo que se cuenta en este libro. Da igual lo distinto que sea el campo profesional en cuestión; todos comparten esa terrible palabra, tan frecuente donde quiera que mires: precariedad.

Cuando vi este libro en la lista de posibles lecturas de "masa crítica" de Babelio, me atrajo como un imán. Por suerte, me tocó un ejemplar para reseñar y lo leí del tirón, a pesar de no ser especialmente breve.

El autor trata de dar unas pinceladas de humor a su crónica de la explotación laboral, pero abunda la desolación, tanto en su discurso narrativo como en la sensación que deja en el lector y confidente, pues llegas a sentirte frente a un espejo que te recuerda esos trabajos basura en los que, encima, sin saber bien por qué, te dejabas la piel.

Como primera conclusión, sabemos que, "trabajo" hay; otra cosa es que se le pueda llamar trabajo a ganar cuatro euros por hora. También hay cuestiones adyacentes al tema de los suburbios laborales, como la inseguridad ciudadana. Sufrir un atraco callejero le puede ocurrir a cualquiera en cualquier escenario, aunque aquí el suceso añade dramatismo a todo lo demás. 

El libro es una crónica y, por tanto, recopila una sucesión de anécdotas y momentos vitales del narrador. El interés, más allá de dejar constancia de una época, es abrir debates y plantear interrogantes. Creo que el lector puede ir sacando conclusiones, sobre las que no siempre reflexiona el protagonista. Personalmente, creo que la culpa de los niveles de degradación laboral alcanzados en este país en las últimas décadas no es culpa únicamente de los explotadores. Y esto no forma parte de una crítica literaria, pero no me puedo resistir a comentarlo. Como digo, me parece una cara de dos monedas, en la que los explotados tienen su parte de responsabilidad al tragar con todo y querer vivir por encima de sus posibilidades. Como muestra, tenemos el momento en que el narrador gana unos 30 euros en una semana y se lo gasta todo en copas en una sola noche ese finde.

Si nadie aceptase un trabajo basura, no tendrían más remedio que mejorar las condiciones. Hay gente que trabaja porque se aburre y el sueldo le da lo mismo. Hay quien se va de casa de sus padres al precio de vivir como un indigente, en vez de esperar un poco más y aprovechar el colchón financiero para formarse o reinventarse para aspirar a otra cosa. Porque esa es otra. En esta historia no queda claro a qué pretende dedicar su vida el autor. Que está claro que tener una carrera no te garantiza un buen trabajo, pero aquí vemos supervivencia guerrillera pura y dura, con una serie de "trabajos" que son simplemente cualquier cosa que sirva para pagar el alquiler. ¿Para qué sirve entonces independizarse si vas a vivir en un cuchitril en el que caerás agotado después de todo el día fuera?

Se trata, en resumen, de bajarse los pantalones y traicionarse a uno mismo, como dice el autor en cierto fragmento. Cuando vendes tu dignidad laboral por cuatro euros la hora, parece que lo único que te queda por probar es hacerle la competencia al mendigo de la esquina, como ocurre literalmente aquí.

El libro da un salto en el tiempo para ampliar la primera versión que el autor logró publicar una década atrás (al menos consiguió hacerlo con una editorial; todo un "logro" social, aunque obviamente no iba a salir de pobre escribiendo un solo libro). Por cierto, que parece que el respaldo editorial no evita que se cuele alguna errata: comienzó. En la parte final nos encontramos con una persona que abandona la precariedad de forma transitoria, gracias a otra lacra frecuente: el enchufismo. A partir de ahí asistimos a otro tipo de precariedad, a pesar de que el sueldo sea más digno. La guerra sucia por seguir en un puesto que solo te da dinero pisando a quien haga falta, la injusticia del sistema jerárquico, y la incertidumbre constante de saber que por tener ya un curriculum y haber estado en un trabajo decente no te libras de regresar otra vez al colectivo de los parias precarios.

De nuevo, en esta parte del libro me choca esa deriva, esa carencia de objetivo, de pasión concreta que te lleve a perseguir tu sueño. El chico llega a trabajar para una empresa de coches sin tener ni coche ni carnet.

Como conclusión, un libro interesante pero que no cuenta nada nuevo a poco que conozcas el panorama laboral, y que podría tener secuela como dice el epílogo, porque la precariedad no cesa, ni tiene pinta de hacerlo nunca. 

La suerte del debutante, de Esteban Navarro. Reseña



Género: novela negra, policíaca

Editorial: autopublicado 

nº páginas: 410

Año: 2021


Sinopsis:

Simón, un adolescente de una población costera cuyos padres están enfermos, decide cometer pequeños hurtos con la intención de ayudarles económicamente. En unas semanas se da cuenta de que robando se puede ganar más dinero, y más rápido, que trabajando. Cuando se entera de que un compañero del colegio y una chica del barrio, mayor que ellos, hacen lo mismo, los tres deciden asociarse. Pero en los primeros repartos de las ganancias surgen desavenencias, al percatarse sus compañeros de que Simón tiene una extraordinaria suerte en todo lo que hace.


Como he comentado otras veces acerca de los libros de este autor y ex-policía, si escribes sobre lo que sabes te ahorras mucha labor de documentación. He aquí un ejemplo:

En esos años no había mujeres en la policía y los agentes varones no podían cachear a una mujer, por lo que era complicado hallar droga cuando se la escondían en partes íntimas.

Este libro está organizado en muchos capítulos, con el mérito de que todos empiezan por una cita célebre. Cada capítulo no se hace pesado dada su brevedad y, sin embargo, al conjunto creo que le sobran páginas y le falta ritmo, sobre todo en la parte central del libro. Se repiten situaciones y reflexiones, como si el lector sufriese de amnesia o necesitase que le digan varias veces lo mismo para que se entienda. Es un error que suele repetir en sus demás libros, por desgracia. 

Como principal punto positivo, comparada con las otras novelas suyas que leí, se nota en esta una evolución en la prosa, que aquí es más fluida y sin apenas erratas. 

Todos sus libros son de género policíaco o novela negra, y este no es una excepción. Pero durante buena parte de sus páginas tenemos más bien una crónica social de la época en la que se desarrolla. La intriga aparece con cuentagotas, aunque los momentos más álgidos están bastante logrados. Eso sí, la verosimilitud no es el punto fuerte de la trama, como comentaré en el spoiler.

Lo más interesante de este libro es que el autor explora el proceso de forja de un delincuente, nos mete en la mente del criminal en proceso de formación, con sus diálogos internos, sus conflictos morales, sus justificaciones y arrepentimientos, etc. Interesante también es la pregunta subterránea que nos plantea la novela: ¿qué camino tomaría cada persona ante la misma situación? Obviamente, si todo el mundo se comportase de idéntica manera, todos seríamos delincuentes. Pero a todo esto hay que sumarle lo que plantea el título del libro, y es que el chico protagonista es un principiante en el "arte" de delinquir, con lo que conlleva de la consabida suerte, según el dicho.

En resumen, una aceptable novela negra que ganaría brío si tuviera menos páginas.


Spoiler

Resulta poco creíble cuando mata a la anciana dejando un enorme reguero al mover el cuerpo y luego lo limpia todo del tirón. Igual ocurre cuando descubre una mancha de sangre, tira un cubo por la escalera y se borra todo al primer intento xD. O cuando se pone las zapatillas de deporte que lavó unas horas antes, con lo que tardan en secarse, aunque fuera verano. Este otro ejemplo va en la misma línea:

Sin soltar la caja, apagó la lámpara con su rodilla, porque las manos las tenía ocupadas.

No sé qué clase de lámpara se apaga con la rodilla. De hecho, sin manos debería usar un altavoz inteligente.

Los diálogos chirrían también por su falta de credibilidad. Los chicos de 14 años no hablan así, ni en esa época ni ahora:

Me hiciste vender tabaco y cerveza producto de robo.

Por no extenderme con este tipo de ejemplos, comentaré un último caso: cuando la chica, tan joven, y delincuente para más señas, se hace pasar por policía.

El retrato psicológico del protagonista es interesante pero un tanto confuso. El chico da unos bandazos, entre echarse a perder y rectificar, o entre odiar a los padres hasta el punto de desearles la muerte, y quererlos mucho de repente. El libro también oscila entre la suerte del debutante y el destino, que lo convierte todo en una cuestión de buena o mala suerte, para en la última frase decirnos que la suerte no existe, sino las buenas o malas acciones. Sin embargo, el chico se escapa de todos los delitos sin problemas, con lo que sus malas acciones quedan sin castigo, lo cual resulta un contrasentido.

Por resumir mucho, en el libro pasan varias cosas, pero a él no lo pillan nunca. 

El chico sin encanto, de Laura Mars. Reseña



Género: romance, ficción contemporánea, chic lit

Editorial: Selecta, 128 páginas

Sinopsis:

Acompaña a Alexandra en sus inicios como doctora, en sus intentos de encontrar a un hombre que no sea un idiota integral, ríete con sus amigas, engánchate al reality show de los jueves y, sobre todo, ¡déjate enamorar!

Alexandra ha tenido su vida amorosa abandonada durante la carrera de Medicina. Ahora que es residente de Traumatología pretende lanzarse al ruedo de nuevo. Sustituye la larga lista de requisitos de su hombre ideal por una nueva con tan solo dos condiciones: que le atraiga y que no sea un idiota integral. No es tan difícil, ¿verdad?

Pronto los intentos catastróficos le hacen replantearse que quizás no sea una buena idea liarse con su corresidente, ni quedar con cualquiera de Internet.

Todo cambia cuando sus amigas la animan a probar una aplicación nueva: «Personality: conecta de verdad», basada solo en los atributos personales y no en el físico. Incumple uno de sus dos requisitos, no puede saber si el hombre al otro lado la atraerá.

¿Podrá nacer el amor a través de una pantalla?


Tras una divertida escena arranca este libro de estilo ágil que se lee del tirón.

Para empezar, la autora pone el dedo en la llaga para contar cuatro verdades acerca del amor y las decepciones que acarrea. 

Me imaginaba lo que me daba la gana y por eso me llevaba esas decepciones. Mi radar estaba roto.

Tenía que aprender a relacionarme con la gente tal y como eran, no por como yo quisiera que fueran.

La protagonista es una joven que apenas ha tenido tiempo para los asuntos del corazón, volcada en su carrera profesional como doctora. En su tiempo libre se divierte con sus dos mejores amigas, con las que queda para ver un extremo reality show, y le da una oportunidad a una novedosa app de citas.

El humor está presente en muchas páginas, como cuando reflexiona acerca de cómo ha cambiado su concepto de hombre ideal, tras enumerar una larga lista de virtudes de su príncipe azul en el pasado:

Mi hombre ideal (a los veinticinco): • Que me atraiga. • Que no sea un idiota integral. No pedía más. No podía ser tan difícil.

xD Como bien sabemos, fácil, desde luego, no es. No voy a destripar más pero os podéis hacer una idea de la vena humorística del libro, en cuya trama no faltan tampoco los temas serios como el acoso y el mercado carnal que tanto abunda en el mundillo online.

Es fácil empatizar con la protagonista, y envidiar la suerte que tiene con esas amigas de verdad que hasta te guardan las espaldas con disimulo si quedas con un tipo de internet.

Si tienes alguna experiencia conociendo gente online, y apuesto a que es el caso de la mayoría de nosotros, te sonarán muchas situaciones porque resulta todo bastante verídico.

La trama da un giro que le da un toque de cuento de hadas a la historia, pero el género romántico triunfa porque ocurren cosas que en la vida real son improbables. Ella se enamora por partida doble y por separado, por el fondo y por la forma, y esto es un punto original que me gustó bastante.

No falta tampoco el erotismo y Laura sale airosa del siempre complicado trance de describir una escena de este tipo sin caer en tópicos ni resultar cómico, aunque no puedo evitar hacer una broma con cierto asunto. Aquí se desliza la habitual metida profundísima, que cualquier día de estos alguna va a decir, no sé qué es esta cosa que me sale por una oreja :P

En resumen, una agradable lectura "ligera" que gustará sobre todo a las más románticas pero que también disfrutarán las escépticas del amor.

Spoiler

Se ve venir que Mario es el del chat a partir de cierto punto. Como pega le pondría que un chico tan tímido no suele meterse en ese tipo de programas. Pero como soñar es gratis, en esta historia es un puntazo que ese tío tan perfecto sea incluso tu crush televisivo. 

Verdugos, de Esteban Navarro. Reseña.


Género: policíaca, hechos reales, novela negra

252 páginas, autopublicado

Sinopsis:

En 1952, las hermanas Encarnación y Matilde Silva Montero fueron asesinadas en el interior del estanco que regentaban en la ciudad de Sevilla. La policía no tarda en detener a los tres autores: Juan Vázquez, Antonio Pérez y Francisco Castro, siendo condenados a pena de muerte mediante garrote vil. El verdugo, Bernardo Sánchez Bascuñana, coincide unas semanas después de la ejecución con un amigo suyo, un guardia civil jubilado, y le cuenta una terrible verdad: los acusados eran inocentes. El guardia civil decide iniciar una investigación por su cuenta para hallar a los verdaderos culpables del doble crimen.

Este libro está basado en un asesinato real, el llamado crimen de las estanqueras, famoso en su época por la brutalidad y aparente falta de móvil. Por cierto que el hecho no se menciona en el prólogo, aunque sí en la sinopsis. No es el único suceso verídico que contiene el libro, por cuyas páginas también transitan personajes reales.

El libro no es el primero que se ocupa de ese asesinato, de hecho hay otro que se llama precisamente El crimen de las estanqueras. Aquí también se teje una posible trama en torno a un crimen supuestamente mal resuelto.

El libro está correctamente redactado en general, con algunos fallos como usar mal las tildes en como, donde, etc: 

Cómo Andalucía no hay nada. 

Voy a dónde quiero. 

También faltan y sobran guiones que acotan diálogos.

Algunos datos sobran o están confusos:

"Verano caluroso en Sevilla" es una redundancia y una obviedad.

"Alguien que se tira a La Bosé no necesita de esas actrices americanas que no son más que huesos. Donde esté una buena española que se quite lo extranjero." La Bosé es Lucía Bosé, madre del cantante, que no era española sino italiana, aunque luego se nacionalizase aquí. 

Siempre es interesante repasar, o conocer según sea el caso del lector, épocas pasadas, aunque debamos pasar por alto un detalle, que es la principal pega que le pongo a este libro: el autor no es capaz de reproducir la forma de hablar de la época y la zona. Por ejemplo, esta frase la dice un gitano vendedor ambulante:
Usted necesita una información y yo se la proveo... 
Ese personaje en la España de los años 50 es imposible que hablase de esa manera. 

Sé que el reto de recrear la época no era fácil y es una licencia que se toma el autor, igual que hace cuando en el juicio transcriben en lenguaje culto los testimonios de los acusados, que eran chicos de la calle sin formación académica. Si no es falta de atención a los detalles por parte del autor, podría haber incluido una nota aclaratoria por alguna parte.
Acerca del tal gitano se dice esto otro: 
Cada jueves paso por delante de su parada.
Pero en Sevilla no se dice parada sino puesto o puestecillo. 

Por otra parte, se estira hasta la extenuación una trama que no da para más hasta que ya parece olvidado el tema del crimen y aparece en escena ETA y el tema de Cataluña para luego cerrarse el círculo de la historia inicial.

Más allá de la trama, el libro dice cosas interesantes que no cuento por no hacer spoiler, pero como muestra, esto: no llegan más lejos los que tienen ideales sino los pelotas, los primeros suelen morir por culpa de sus ideas.

En resumen, un libro correcto que incluye un siempre interesante repaso a tiempos pasados, y que yo en particular agradezco que no llegue a extremos tan sádicos como ocurre en otros libros del autor.

Dioses de Antara (Dioses y Guerreros nº 1), de Jessica Galera Andreu. Reseña



Género: fantasía, juvenil, romance, paranormal

Autopublicado, 400 páginas


Sinopsis:

Después del accidente y tras varios meses en coma, Antara despierta incapaz de ver nada. Todo su mundo se desmorona: Óscar no ha ido a verla ni un solo día; sus "amigas" se alejan de ella y su sueño de ser escritora se convierte en una utopía. Lo único que se mantiene ahí es aquella pequeña librería entre cuyas paredes Antara encuentra la protección que necesita. Mina, su propietaria, una anciana amargada y sumida en mil vicios reprobables, trata de ayudarla en todo cuanto puede pero ella siente que se hunde en los lodazales de un mundo que era sólo apariencia y cuya solidez se ha resquebrajado ante la primera prueba de fuego.
Sin embargo todo da un vuelco radical cuando conoce a un muchacho con el que mantiene, apenas dos encuentros, cinco horas; suficientes para cambiar su mundo y devolverle una efímera felicidad que amenaza con esfumarse de nuevo cuando él se marcha repentinamente con una promesa vacía en los labios.
Antara vuelve a buscar refugio en los libros y es entonces cuando Mina le habla de uno en especial: el Libro de los Vínculos: un extraño volumen con las páginas en blanco que necesita algo muy distinto a la tinta para ser escrito; un libro que, además, no puede ser completado por un único autor. Lo que sus páginas claman por gritar es lo mismo que se esconde en el corazón de Antara, una historia, la suya, que la llevará a un lugar mágico donde su presencia no pasará, precisamente inadvertida. La meta: salvar aquel mundo; salvarse a sí misma. Su mejor arma: el amor.

Como lectora y escritora, puedo decir que el secreto de un buen libro es expresar justo lo que se quiere decir, sin cortar nada ni alargar demasiado, y enganchando al lector párrafo tras párrafo. ¿Fácil? Para nada, claro. Pero Jessica se esmera en que sus libros formen parte de ese selecto grupo.

La redacción es impecable, aunque se cuele alguna errata:, como maldeciste en vez de maldijiste, o esta otra:

La mayoría de ellos lo hacen sentados alrededor de una mesa circular esculpida en mármol con multitud de gravados en su superficie.

Me gustan los argumentos que me recuerdan de algún modo a La historia interminable, donde los personajes entran en el libro. Ese contraste o combinación entre realidad y fantasía, es fascinante y a la vez real, pues me parece igual de real la vida normal como lo que podemos construir con nuestra imaginación.

Por comentar alguna cosilla mejorable, con intención constructiva, por supuesto, ella dice que no podrá ser escritora tras quedarse ciega, tal como sabemos por la sinopsis, pero sí que puede dictar por voz y leer por Braille. Algunos escritores, como le pasó a Borges, se quedan ciegos y siguen creando historias que otras persona transcriben. Se puede ser escritor sin el acto físico de escribir.

El planteamiento puede parecer un tanto abstracto con todos esos personajes que son como pedacitos de ella pero tiene mucho sentido. Destaca el chico protagonista, lleno de matices, del cual no puedo contar mucho sin caer en spoilers. El recurso del "enemies to lovers" funciona bastante bien, y que haya un chico -en apariencia- demasiado perfecto para ser verdad no molesta para nada; de hecho nos encantan esos personajes.

El libro contiene muchas frases casi de autoayuda, lo cual es positivo sobre todo para el público juvenil. Me parece genial que se presenten modelos positivos de relación; basta ya de amores tóxicos idealizados, y creo que no hace falta que explique a qué sagas me refiero. 

Siempre he pensado que escribir es, en cierto modo, como ser dioses de tus propios universos, y en este libro pasa justo eso, así que lo he disfrutado a tope.

Destaco esta frase, porque me parece bonita y emocionante, sobre todo para las que compartimos esa vocación:
El sueño de ser escritora continuará navegando viento en popa a toda vela, surcando aguas profundas, resistiendo tempestades y renovando la ilusión.

En resumen, un libro muy recomendable para los aficionados al género fantasía que, si no me equivoco, dada la prolífica producción literaria de Jessica, tiene continuación en una segunda parte.

Ritual de duelo, de Isabel de Naverán. Reseña



Editorial Consonni, 135 pgs

Género: no ficción, elegía

Sinopsis:

Coincidiendo con el aniversario de la muerte de su madre, Isabel de Naverán escribe un diario de duelo. La acción física de escribir se convierte para la autora en un ritual, el gesto que transforma y resignifica la experiencia vivida. El libro discurre como una voz que toma consciencia de su propio estado de duelo, adoptando por momentos la naturaleza de una carta escrita hacia la madre, en busca de una nueva forma de presencia. Imágenes, recuerdos y observaciones de los estados cambiantes que siguen a un impacto vital se organizan en breves fragmentos formando una constelación en que distintas voces se cruzan. Quien recuerda lo que alguien dijo es ahora quien piensa o evoca y el yo se desdibuja para dar espacio a un entrecuerpos, un lugar de enunciación que es necesariamente inestable, generoso, táctil.

La autora trata de recuperar los últimos días de la vida de su madre cuando, afectada por una enfermedad degenerativa, se dispuso a morir rodeada de sus seres queridos y en su propia casa. Este escrito está marcado por lo vivencial y atravesado por la consciencia de una transformación que se da durante el tiempo inmediatamente posterior a la muerte de alguien querido. Este libro da cuenta de cómo se resignifica cada pequeño detalle de la vida cotidiana, modificándola sin vuelta atrás. Da cuenta, también, del ímpetu físico y vital que se experimenta en el periodo de duelo, una mezcla entre la pena y la alegría, un estado a veces lleno de contradicciones.


Lo primero que tengo que comentar es que me resulta difícil reseñar algo tan personal como lo que contiene este libro. ¿Cómo ponderar la forma de asumir la muerte de un familiar o de contarlo? Supongo que tendré que centrarme en lo segundo, en la forma, más que en el fondo.

El relato mezcla una especie de diario de los hechos con reflexiones en tono más poético. El esquema no es el típico de capítulos, pues a veces un solo párrafo en una página es un apartado independiente. A ratos la narración se vuelve un tanto abstracta y desconcertante, pero por lo general se lee del tirón. El hecho de que sean pocas páginas ayuda a su lectura fluida, aunque lo que se narra no hace que sea una lectura ligera. 

Hay escenas que te remueven por dentro, sobre todo si has sufrido una pérdida igual de cercana. Sin embargo, a pesar de lo que indica el título, la fase de duelo se describe poco, por desgracia. Es más bien una especie de preparación para la muerte, y no un manual acerca de superar un duelo, aunque para la autora haya sido curativo el haberlo plasmado en letras.

En caso de que el lector busque recetas para el dolor, hay que tener en cuenta que la historia cubre una forma concreta de muerte. Es decir, no es lo mismo cuando alguien muere en un accidente repentino, o de pura vejez, o en la flor de la vida, etc. Aquí tenemos una especie de muerte anunciada, pues se trata de una enfermedad degenerativa y la madre decide que no quiere seguir viviendo. No es eutanasia pura, pero se le parece. 

Si todas las muertes no son iguales, en el sentido que comentaba en el párrafo anterior, tampoco las reacciones de los allegados son las mismas. Cada persona y cada familia asume estos acontecimientos a su manera, según sean creyentes o no, lo unidos que estén, etc. En este libro se trata de una familia numerosa que forma piña, y que hace cosas que a mí al menos me sorprenden, como ponerse a cantar rodeando a la madre agonizante. 

Al hilo de esto, recordé un artículo de un prestigioso psicólogo, Rojas-Marcos, que leí hace años. Trataba de cómo no estamos preparados para afrontar la muerte como un momento "feliz". Él proponía algo parecido, una reunión de los seres queridos para despedir de forma serena y alegre al que se va. Me impactó la idea, porque aunque parezca razonable, todos sabemos lo duro que resulta hacer algo así.

Supongo que en un caso de enfermedad degenerativa no procede darle vueltas a las posibles desavenencias que puede haber en cuanto al derecho del familiar que se va apagando de decir "basta", pero quizá el relato adolece de un exceso de blancos sin negros y casi ningún gris. Que todos acepten de forma natural la idea de una muerte programada se me hace extraño, pero como dije antes, cada familia es un mundo.

La madre es una presencia constante, como es lógico, y por lo que podemos entrever, se trata de una persona fuerte a pesar de todo, que mantiene su lucidez y su voluntad hasta el final. Y, desde luego, valiente para tomar semejante decisión. 

Un libro, en resumen, que toca un tema aún tabú como es la muerte. Incluso aquí, se despacha el tema del funeral y entierro mediante una sola palabra en sendas páginas. Quizá no haya nada más que añadir, claro. 

La edad de la ira, de Fernando J. López. Reseña



Género: LGBT, ficción contemporánea, novela juvenil

Editorial: Espasa. 316 pgs

Sinopsis:

Marcos, un adolescente de clase media, asesina a su padre y deja malherido a uno de sus cuatro hermanos.

Amigos, familiares, profesores de Marcos: nadie se explica lo sucedido. Nadie pudo preverlo. Las imágenes del crimen acaparan los medios. La violencia adolescente se adueña, de nuevo, de la actualidad.

El crimen de Marcos no es un suceso aislado. Demasiados casos en los últimos años de menores envueltos en situaciones de extrema violencia. Bullying. Acoso cibernético. Ataques racistas. Trapicheos con drogas. Vídeos en YouTube con humillaciones a profesores. Docentes deprimidos. Fracaso escolar... ¿La culpa es de los adolescentes? ¿De sus profesores? ¿De sus padres? ¿Hay en verdad culpables o somos todos víctimas?

Un periodista, impulsado por estos interrogantes, decide adentrarse en el entorno del asesino. ¿Qué sucedió el día del crimen? ¿Cómo fue la semana anterior a los hechos?

En el instituto en el que Marcos cursa el Bachillerato, entre apuntes, pizarras y claustros, El reportero buscará la verdad, recopilando los testimonios de quienes formaron parte del mundo de Marcos durante aquellos días. Un mundo en el que sólo parece regir una única ley y una única edad: la edad de la ira.

Lo primero que me chocó del libro tras un par de capítulos es que el autor repite conceptos a menudo, como si hicieran falta diez páginas sobre una misma idea para que el lector la capte. Eso hace muy cuesta arriba su lectura, y la cosa empeora a medida que avanza la trama.

El argumento es sencillo: un crimen terrible cometido supuestamente por un adolescente "normal". Pero lo de menos es la trama. El libro es una excusa para mostrar una radiografía social en la que se reparte estopa a todos los niveles: profesores, alumnos, padres y gente en general. Lo de matar a los padres está de triste actualidad con la noticia reciente del quinceañero que mató a toda su familia porque lo castigaron sin internet ni consola. Y esta historia, escrita hace una década, refleja un castigo parecido. Supongo que hoy en día es el castigo habitual y el que más daño puede hacer, dada la adicción tecnológica que padece la mayoría de jóvenes y no tan jóvenes.

Pero el libro no habla de buenos y de malos, sino que reparte la culpa entre todos: profesores sin vocación que tienen bastante con sus dramas personales, la pérdida de respeto y  violencia generalizada y naturalizada que se vive dentro y fuera de las aulas (aunque no todos los jóvenes son así ni reaccionan igual), los padres que intimidan a los profesores, y un etcétera que todos conocemos.

Al comienzo del libro sabemos cómo acaba todo y tenemos a un periodista que trata de escarbar en los hechos por si hubiera algo más de lo que sugieren las evidencias. El problema es que el sistema de entrevistas con los conocidos del chico se hace muy pesado, y además el periodista no es precisamente Sherlock, o eso le interesa al autor para multiplicar páginas y estirar párrafos. 

Creo que todos podemos tener flashbacks al leer ciertas cosas, porque parecen verdades universales en cualquier centro educativo. Profes que se vuelcan con quienes menos lo necesitan, con los brillantes, en vez de con los que necesitan un empujón, o maestros que ponen motes a los alumnos, tal como ocurre a la inversa. 

Otro asunto que se toca en el libro es el uso generalizado de las drogas, del alto porcentaje de porretas que hay en esas edades, mientras los adultos fingen no saberlo. En fin, para todo esto que cuento no hace falta leer un libro, creo yo.

Si veis la serie basada en el libro, ya basta el tráiler para entender por dónde van los tiros y cuál es el secreto que sale a la luz a lo largo de muchas páginas. El autor es profesor de Lengua y Literatura así que conoce el mundillo de instituto, pero le cuesta resumir, da vueltas como los adolescentes perdidos a los que retrata, conjetura y abre debates, seguramente necesarios, o hasta imprescindibles, pero para eso creo que mejor hubiese bastado un ensayo sobre docencia, adolescentes y diversidad sexual.

Una vez desaparecido, de Blake Pierce. Un Misterio De Riley Paige—Libro 1. Reseña.



Género: policíaca, novela negra, suspense, thriller

214 páginas, autopublicado


Sinopsis:

Los cuerpos de mujeres asesinadas grotescamente están apareciendo en las afueras rurales de Virginia y, cuando llaman al FBI para pedir su ayuda, no tienen respuesta. Hay un asesino en serie cuya frecuencia está aumentando, y saben que solamente hay una agente lo suficientemente buena para resolver este caso, la Agente Especial Riley Paige.

Riley se encuentra en un permiso pagado, recuperándose de su encuentro con su último asesino en serie y, frágil como está, el FBI está reacio a aprovechar su mente brillante. Sin embargo, Riley se suma al caso, necesitando luchar contra sus propios demonios, y su búsqueda la lleva por la subcultura inquietante de coleccionistas de muñecas, a los hogares de familias desintegradas y por los caminos más oscuros de la mente del asesino. Mientras Riley profundiza en el caso más y más, se da cuenta de que está enfrentando a un asesino más retorcido de lo que había imaginado. En una carrera frenética contra el tiempo, se encuentra presionando sus límites, su trabajo en riesgo, su propia familia en peligro y su frágil psiquis colapsando.

Sin embargo, una vez que Riley Paige toma un caso, ella no se da por vencida. La obsesiona, llevándola a los rincones más oscuros de su propia mente, ofuscando las líneas entre el cazador y la presa. Después de una serie de giros inesperados, sus instintos la llevan a un clímax estremecedor que incluso Riley no podría haber imaginado.


Este es el segundo libro que leo de Blake Pierce y no creo que lea un tercero. Para empezar, la traducción es mala, como ya se comprueba en la sinopsis, y para muestra del resto, aquí tenemos el horrible uso de la voz pasiva en esta frase: 

El hombre fue despertado por la alarma de su teléfono celular. 

Además, lo del teléfono celular le sonará raro a los españoles, como es mi caso, y no se especifica que sea español de Latinoamérica.

No es agradable leer algo que no está perfectamente redactado, y por lo visto, tal como comentan algunas críticas, ya en el libro original en inglés había fallos de este tipo. Dejando a un lado este tema, el argumento gustará a los incondicionales del thriller, porque si encima no es tu género, es poco probable que la historia te enganche. 

Hay miles de libros sobre psicópatas que matan a mujeres, y a veces parece que lo único que hacen es recrearse en la agonía de la víctima con todo lujo de detalles. Puede parecer que el hecho de que haya una mujer investigando los casos compensa lo anterior, pero ese personaje es tan contradictorio que es difícil empatizar o entender algo de su comportamiento.

En resumen, a falta de otra cosa se puede echar un rato y mirarlo por encima, pero poco más. 

La muerte llega a Pemberley, de P. D. James. Reseña



Género: suspense, novela negra, secuela

Nº de páginas: 336


Sinopsis:

Pemberley, año 1803. Han pasado seis años desde que Elizabeth y Darcy se casaran, creando un mundo perfecto que parece invulnerable. Pero de pronto, en la víspera de un baile, todo se tuerce. Un carruaje sale a toda prisa de la residencia, llevándose a Lydia, la hermana de Elizabeth, con su marido, el desafortunado Wickham, que ha sido expulsado de los dominios de Darcy. Sin embargo, Lydia no tarda en regresar, conmocionada, gritando que su marido ha sido asesinado. Sin previo aviso, Pemberley se zambulle en un escalofriante misterio.


La autora publicó este libro a los 90 años, nada menos. Le sobraba oficio, por tanto, para emular a una genia de la literatura como Jane Austen. Lo hace sin problema, heredando incluso su vena irónica, y nos lleva de vuelta a Pemberley, donde dejamos felices y tranquilos a la pareja protagonista de ese libro (perfecto en mi opinión) titulado Orgullo y Prejuicio. El cliché tan usado ahora de "enemies to lovers" (de enemigos a enamorados) lo inventó la señorita Austen y dejó el listón bien alto. 

P. D. James comienza con una introducción para los que no conocen la historia entre Darcy y Elizabeth, o para refrescarla para los que sí la conocemos, y de manera natural entronca con el hipotético futuro que les aguarda tras el momento de "fueron felices y comieron perdices". Que obviamente hambre no iban a pasar estos, con la fortuna de Darcy xD

Las secuelas son arriesgadas pero también atractivas, sobre todo si te encantó la historia original. Que alguien pueda darte más de eso que te parece tan bueno, y que lo haga bien, es un regalo. En este libro tenemos unos personajes que no desentonan con los creados por Austen y no defraudará, por tanto, a sus fans. Y, como autora yo misma de una secuela de otro gran clásico como Cumbres Borrascosas, puedo adivinar el placer que debió sentir la escritora al redactar esta historia. 

Recomiendo la serie de la BBC sobre este libro, si te dan pereza las lecturas de época. Sea como sea el método por el que llegues a la historia, verás que la vida siguió en Pemberley con sus propios planes y que era posible que el impresentable de Wickham la liase parda en algún momento.

La historia parece a ratos una sátira sobre otra sátira, pues en Orgullo y Prejuicio la autora lanza la pulla de "por dinero y posición te enamoras un poquito más rápido"; y tal como bien dice P. D. James aquí, rompiendo la cuarta pared:

Si aquello fuera una obra de ficción ¿habría el más ingenioso de los novelistas logrado explicar que, en un período tan breve, el orgullo hubiera sido sometido, y los prejuicios vencidos?

¿Se habría casado con Darcy de haber sido este un vicario sin blanca o un abogado novato que luchara por abrirse paso en su profesión? Resultaba difícil imaginar al señor Fitzwilliam Darcy como cualquiera de las dos cosas, pero la sinceridad la empujaba a una respuesta: Elizabeth sabía que no estaba hecha para los tristes manejos de la pobreza.

Pero el nudo central de este libro va en la línea de detectives y un crimen sobre el que se van dejando pistas. Es como mezclar a Austen con otra gran dama de las letras inglesas: Agatha Christie. Aunque la propia P. D. James era experta en esa clase de tramas.

La repentina llegada de un coche de caballos en mitad de la noche previa a una fiesta lo trastocará todo en la mansión de Darcy, para finalmente regresar a la paz que tanto les costó lograr en la historia original:

—Ni tú ni yo somos quienes éramos —dijo ella—. Volvamos la vista hacia el pasado solo si este nos da placer, y hacia el futuro con confianza y esperanza.

Me pareció interesante, por cierto, que se resolviese el futuro de Georgiana, la hermana de Darcy. Y, en resumen, me pareció una entretenida historia, digna heredera de la original.

La bruja, la espada y la hija del herrero, de Lídia Castro Navàs. Reseña.


Género: juvenil ciencia ficción, fantasía

Editorial: autopublicado. 300 páginas


Sinopsis:

La bruja, la espada y la hija del herrero es una novela juvenil de fantasía y ciencia ficción de Lídia Castro Navàs.

Hadrianna es una chica de quince años que vive en algún lugar de la Europa medieval. No encaja muy bien en el papel que le ha tocado vivir: obligada a vestir con faldas, a un matrimonio concertado que se aproxima, a no poder tomar sus propias decisiones…

Su padre, un humilde herrero, forja una espada especial que ella desea empuñar con todas sus fuerzas. Y cuando lo hace, algo mágico ocurre.

A partir de ese momento, toda su realidad se altera y se le presenta un desafío que cambiará su destino para siempre: aceptar el matrimonio concertado o viajar al futuro para salvar la galaxia de una invasión alienígena.

«La ignorancia de los humanos los hace ser muy atrevidos y poco respetuosos con todo lo que les rodea, incluso con aquello de lo que dependen para vivir: la naturaleza», pensaba siempre.

Empiezo citando esta frase porque destaco el mensaje entre líneas que acompaña a la trama. En cuanto a esta, la portada no hace spoilers, y cuando crees que tienes entre manos un libro cuyo argumento puedes adivinar, o al menos asociar a un determinado género, te encuentras con la sorpresa de que la historia contiene un giro original y sorprendente. Yo tampoco quiero hacer spoiler, así que no diré más sobre el argumento.

Lo que sí puedo decir es que se trata de una buena historia de fantasía que comienza siendo una atípica fantasía épica, por aquello de la jovencísima protagonista femenina, y que camina hacia la ciencia ficción sin que nada chirríe en el proceso.

Está bien narrado y no contiene apenas erratas:

Lo tenía demasiado largo para llevarlo suelto; tendría que cortarlo un poco sino (si no...) quería

El libro te transporta a cada mundo que describe, lo cual parece una obviedad y es lo que se supone que pasa en cada libro xD, pero lo que quiero decir es que a veces cuesta meterse "en atmósfera", algo que aquí no ocurre, debido al nivel de detalle y cuidado que pone la autora en cada escena. 

La distopía galáctica también tiene cabida en esta historia, aunque a este paso quizá no sea tan utópico lo que narra, al menos en la parte que nos toca como raza humana, que siempre andamos a la gresca entre nosotros.

Es un libro orientado al público juvenil pero que puede entretener a cualquiera. Contiene una simpática historia de amor y un bonito planteamiento acerca del poder de las almas puras para frenar el mal.