Un adagio para Anabel, de Nataly Tatiana Hall. Reseña




Género: misterio, romance
114 páginas

Sinopsis:
Alejandro Soto, un joven médico croata, se instala en una mansión colosal junto a su esposa Inga, muy cerca de los Lagos de Plitvice. Dedicado a su carrera y a su matrimonio, no le pide más a la vida, pero cuando Inga muere inesperadamente, obligándolo a enfrentar su dolor y la existencia de un hijo a quien no ama, Alejandro termina convirtiéndose en un hombre amargado y decepcionado de la vida. Su tristeza lo impulsa a refugiarse de lleno en su profesión, dando así paso a una obsesión peligrosa que le procurará la indiferencia de su hijo, David, y el desprecio de Anabel, su hija adoptiva. Adorada por todos, especialmente por David, Anabel no puede presagiar lo inevitable: el descubrimiento del gran secreto de su padre, tras el cual David se marchará de la casa. No será hasta la llegada de un extraño, muchos años después, que Anabel decidirá contar su historia con la esperanza de traer de vuelta a David y apacentar los fantasmas de un pasado, que bien podría destruirles la vida o unirlos para siempre.

Sin ánimo de hacer spoiler así de entrada, no puedo evitar decir que este libro podría subtitularse las casualidades no existen. Empieza bien, enganchando tu atención mientras acompañas a un doctor en vacaciones en su viaje hacia una mansión misteriosa. A ratos me recordó a un par de libros conocidos. Por una parte, a Cumbres Borrascosas, solo que en vez de páramos hay bosques, pero tenemos un par de hermanastros, ella adoptada y él hijo natural, al contrario de lo que pasa en Cumbres, y él es un tanto difícil de carácter, como Heathcliff. También hay unos hermanos vecinos ricachones con granja. Él huye como hizo Heathcliff. Hay una escena en la que el viento parece que pide que le dejen entrar en la casa, que es casi igual a la famosa escena en la que un fantasma de Cumbres dice "déjame entrar", en una noche tormentosa.

Por otra parte, me recuerda a El jardín secreto, pues hay un chico que vive encerrado sin ver la luz del sol hasta que ella le devuelve las ganas de vivir. El libro no me iba a gustar menos por eso, pues son libros que me encantan, y quizá solamente vea las coincidencias yo, (ejem, es que son bastantes coincidencias ahora que lo pienso...). Similitudes aparte, el libro tenía buen arranque y buena pinta. No digo que sea malo, al contrario, pero comentaré más adelante el defecto que le veo.

En el libro tiene casi más presencia la casa que los personajes. Este tipo de historias están hechas para ese tipo de casa llena de largos pasillos, maderas que crujen y ladrillos azotados por la lluvia y el viento. Obviamente no podríamos esconder según qué secretos en un mini piso en medio de la ciudad :P Si te gustan las historias de casas encantadas, te enganchará, aunque no es precisamente de terror. 

Está bien narrado, se lee del tirón y su aire misterioso te atrapa y no te suelta casi en ningún momento. Pero vamos allá con la crítica, con intención constructiva, que le hago a la historia. Los secretos que vamos descubriendo resultan todos poco creíbles, y el mayor de todos parece simplemente un as sacado de la manga, tal como está montada la historia. Es una pena, porque bastaría con un par de retoques para un resultado casi diferente y, en mi opinión, más logrado. Tal como está, yo me quedé con la sensación de tomadura de pelo. El libro me estaba gustando mucho, incluso encantándome por momentos, hasta que tras un largo flashback te das cuenta de que estás en el último capítulo, y dices, no sé cómo va a acabar esto así tan rápido. Pues acaba como acaba, claro, de aquella manera. 

Cuando en un libro aparecen cosas de la nada, sin apenas pistas previas, o directamente sin que encaje con nada, da igual lo bien escrito que esté hasta ese momento, ni la buena atmósfera que sepa crear el autor. Al final queda todo deslucido por querer sorprender porque sí, en un golpe de efecto que te deja desorientado y decepcionado, por desgracia. Así que es un libro que me gustó y a la vez no. Es como una película mal montada. Espero que en el futuro la autora mejore en ese sentido, pues por lo demás me agradó su manera de narrar. Destaco los momentos felices que viven Anabel y David por los rincones de la casa y en el bosque, pues como dice ella, qué felices éramos y no lo sabíamos.

Spoiler:
Empiezo por la enfermedad falsa. Sin síntomas previos, el niño se traga que está enfermo y no comprueba si realmente le pasa algo malo si desobedece la orden de no exponerse a la luz del día. Raro, cuanto  menos. Pero vamos con el gran secreto.

La identidad del protagonista quizá podría resultar creíble con un accidente y amnesia de por medio, pero así por las buenas que no recuerde nada y que vaya justo allí de vacaciones, y que todos le sigan la corriente, es un conejo sacado de la chistera, por desgracia. La única pista es cuando el mayordomo lo recoge en la estación y se queda asombrado, pero vaya, no se justifica que todos actúen como si fuese un extraño cuando vuelve convertido en médico, que esa es otra: lo logra en ocho años sin escolarización previa, en una época en la que, hasta donde yo sé, ya había que pasar por la universidad para obtener la titulación.

Carne de Chino: Una deliciosa distopía, de Tali Rosu. Reseña




Género: distopía, humor negro, ciencia ficción
Páginas: 68

Sinopsis:
Tal como se define la palabra «distopía», Carne de chino es la representación ficticia de una sociedad no deseada cuyas características son causantes de la alienación humana.


Una crítica social y ecológica que se plantea a través de la historia de Paco, un hombre que se encuentra en un claro conflicto: rebelarse ante una situación que empieza a entender como injusta o mantenerse en un empleo que, aunque no es lo deseado, es lo que le lleva el pan a la boca. O, en este caso, un buen plato de albóndigas de carne china.


No sabía lo que iba a encontrar en este libro, sinopsis aparte. Me refiero a que no sabía si iba ser repugnante o gore o terror o qué. Y aunque puede ser un poco de todo eso, en conjunto esta distopía se lee con interés y a salvo de extremos radicales. Hay cierto (bastante, vaya) trasfondo de denuncia social y eso hace la lectura muy interesante. Es un futuro improbable, o no tanto, que nos hace reflexionar hacia dónde nos dirigimos como sociedad. 

—Hola, chicos, ¿lo de siempre? —pregunta Carlos, el camarero, con esa eterna sonrisa que lo caracteriza. —No, yo no —responde Silvia—. Hoy prefiero carne de chino, que la alemana últimamente viene muy dura —espeta con cara de asco.

A mí personalmente no me extrañaría que cierta gente llegase a comportarse como algunos personajes de este libro; no tendrían reparo en pedir carne humana antes de optar por otra alternativa, anteponiendo sus necesidades egoístas sin importarles el daño que les cause a otros. Salvando las distancias, es lo que ocurre ya hoy en día en determinados ámbitos que no hará falta explicar. Me llama la atención, por ejemplo, el tema de los videojuegos en el libro. Tampoco me sorprendería que más de uno se apuntase a ese nivel de realismo sanguinario.

El libro esta bien escrito, apenas encontré un par de erratas sin importancia, como alguna ausencia de guiones acotando diálogos y poco más. Es una novela corta que se lee del tirón, no solo por su extensión, y con interés hasta el final, que no se ve venir, pues te mantiene en vilo y es como si nos plantease la duda de: ¿aún estamos a tiempo de cambiar esto?

Aparte del tema distópico extremo de comer carne humana, aunque con un matiz que no voy a desvelar, la novela aborda cuestiones más contemporáneas como el asunto laboral. En ese futuro la gente ya ni tiene días de descanso y se dan con un canto en los dientes por tener empleo, y no estamos tan lejos de eso, ni de tener que escoger entre poder comer y acallar nuestra conciencia.

En definitiva, un libro recomendable para los aficionados a las distopías no tan disparatadas.