El último hombre, de Mary Shelley. Reseña




Sinopsis:
El último hombre en la tierra es una novela apocalíptica de ciencia ficción escrita por Mary Shelley, publicada por primera vez en 1826. El libro narra la historia de un mundo futurista que ha sido arrasado por una plaga. La novela fue criticada duramente en su época, y permaneció prácticamente en el anonimato hasta que los historiadores la resucitaron en la década de 1960. Es notable en parte por sus retratos semi-biográficos de figuras románticas pertenecientes al círculo de Shelley, particularmente el esposo de Mary Shelley Percy Bysshe Shelley y Lord Byron.


Este libro es una curiosa mezcla del movimiento literario del romanticismo puro del siglo XIX con una distopía apocalíptica. Que la autora sea Mary Shelley, aunque sorprende, no lo hace tanto, si tenemos en cuenta que su más famosa obra, Frankenstein, también es una historia inclasificable y muy original para su época.

Nuestro protagonista es un hombre de finales del siglo 21, aventurero y reflexivo a la vez, que conoce a un aristócrata y se refina a su lado. El libro se divide en tres partes y al principio trata acerca de las relaciones con su entorno, sus nuevas amistades, su cambio de vida y cosas así. Choca un poco que primero odia a casi todos pero luego se hacen íntimos; quizá se trata de una reflexión acerca de los prejuicios hacia los demás antes de conocerlos.

Tengo que admitir que el libro, tanto por su extensión como por su estilo, es bastante denso en muchos momentos, pero hay que reconocerle el mérito de que está maravillosamente escrito, con un estilo lleno de matices y reflexiones.

La distopía del libro es más bien política. pues acerca del desarrollo de la sociedad poco vaticina. De todo el desarrollo tecnológico actual no vislumbró nada. No es como Julio Verne en su Viaje a la luna. Aquí tenemos viajes en globo a falta de imaginar aviones u otros artilugios para volar. No iba mal encaminada, porque se trata de globos con aspas de plumas, como un ave, en la línea de un avión que también tiene alas; pero vaya, como es lógico no sabía lo que iba a avanzar la humanidad en dos siglos.

Y claro, te sonríes cuando la gente se desplaza en carruajes tirados por caballos y no tienen manera de comunicarse al instante. En cuanto a los personajes, pertenecen por completo al siglo XIX, con todo ese romanticismo exaltado de emociones a flor de piel, metiéndose en hazañas épicas al estilo de la Cruzadas y cosas así. El libro contiene reflexiones casi filosóficas:
«Ese es el verdadero poder -pensaba-. No ser fuerte de miembros, duro de corazón, feroz y osado, sino amable, compasivo y dulce.»

A menudo te has mostrado de acuerdo conmigo en que sólo existe una solución al embrollado enigma de la vida: mejorarnos a nosotros mismos y contribuir a la felicidad de los demás.

Quizá la principal reflexión/augurio del libro es que el hombre seguirá siendo infeliz y con tendencia al mal en cualquier época:

La enfermedad sería abolida y de los trabajos se suprimirían las cargas más pesadas. Nada de todo ello parecía extravagante. Las artes de la vida y los descubrimientos de la ciencia, habían aumentado en una proporción que hacía imprevisible todo cálculo. Los alimentos, por así decirlo, brotaban espontáneamente; existían máquinas que suministraban fácilmente todo lo que la población necesitaba. Pero la tendencia al mal sobrevivía y los hombres no eran felices, no porque no pudieran, sino porque no se alzaban para superar los obstáculos que ellos mismos habían creado.

El título del libro, el último hombre, es justo eso, el único superviviente de una epidemia mundial en el año 2100, una idea literaria realmente avanzada para su época y que se ha repetido no pocas veces desde entonces en cualquier historia apocalíptica. Y, visto lo visto, queda por comprobar si la humanidad superará esa fecha y si esta pandemia del covid-19 es el principio del fin. Esperemos que en eso se equivocase, igual que en los globos con alas.