Me niego a olvidar, de Laura Cárdenas. Reseña


Género: novela romántica, ficción contemporánea

Editorial: Libros y Literatura. Año 2023. 404 páginas.


Este libro aborda un interesante tema de actualidad: la dura vida de los cuidadores y sus secuelas. Aquí tenemos a una chica joven que apenas sobrepasa los treinta años y que sigue una rutina atípica para su edad. Esto de vivir volcado en un familiar dependiente es más habitual cuando los hijos tienen de cincuenta años para arriba, cuando hay ya poca posibilidad de emprender una vida "normal" o, mejor dicho, socialmente convencional, que no es lo mismo. Aunque daría poco juego semejante protagonista para una típica novela romántica como es esta. No le faltan todos los clichés del género; algo que, por otra parte, es lo que se busca en estos casos.

Me parece chocante que un chica joven, que va cada día a trabajar, no tenga ni una sola amiga con la que hablar de vez en cuando, aunque sea por teléfono, o una compañera afín en el trabajo, o incluso alguien con quien chatear por internet. Y, sin embargo, mantiene una relación amorosa con el cuidador de su padre enfermo. 

La historia no daría para mucho más. Pero entonces, llega "él": un príncipe azul al que sólo le falta el blanco corcel. El chico es estupendo desde el minuto uno, comprensivo, enamoradisimo sin apenas conocerla, atento... una quimera, vaya. Menos mal que descubrimos que no es tan distinto a otros hombres, aunque el fallo es puntual y no deja huella en esta relación de profundo color rosa. 

El estilo del libro es ágil y entretenido. Está bien revisado aunque no se libra de fallos como "a parte" en vez de "aparte", o "debo de aprender" que es un dequeísmo de manual.

El ritmo de la historia es extraño, pues ella pasa de estar sola (a excepción de su relación de pareja, claro, en la que se siente igual de sola) a conocer a la nueva familia política e integrarse en cero coma. Por suerte, resulta más creíble que ese amor que aparece como una tabla de salvación se muestre, aunque sea en contadas ocasiones, como una nueva complicación en la vida de Sara; pues los traumas son individuales y esa cosa abstracta llamada amor no lo puede todo, aunque el novio sea tan maravilloso.

Como no podía ser de otra manera, tratándose del tipo de novela que es, la idea central es que ella no se siente completa hasta tener pareja. Expresiones como "iban a formar una familia de las de verdad" deja en un nivel inferior a las monoparentales, a los solteros y a todos los demás esquemas relacionales. Echo en falta en esta edulcorada historia una fase temporal en la cual ella sea plenamente feliz en completa soledad, y ya desde ese punto de partida, que decida tener pareja o meterse a monja si le apetece. Pues no tiene ni un minuto para experimentar el necesario proceso de duelo y asimilación de su nueva realidad.

La novela no está mal y se lee del tirón. A veces resulta un poco pedante, como ocurre en esta frase sacada de un diálogo: "soy una aprendiz de cotidianeidad". ¿Quién habla así a esa edad...?. El problema, para mí al menos, es que no entiendo ciertas actitudes de ella. A pesar de ser fuerte y de tener la capacidad de cambiar de vida, piensa cosas como que su chico, "con suerte", le hará un masaje de pies, o le molesta que él se arrodille para declararse, o incluso dice que le va a dar un infarto en ese momento. 

Si te van este tipo de novelas con chicos muy perfectos en las que el amor es una especie de varita mágica, te encantará el libro. Si no va muy en tu línea, ya quedas avisada de por dónde van los tiros. 

Spoiler

Me parece curioso que el chico perfecto cometa un error tan grave como ocultarle su anterior matrimonio. Imagino que es una manera de meter algo de drama en la relación, pero es algo tan básico que sale en la primera cita sin necesidad de preguntar, creo yo. Y encima dice que no tenía importancia... Pues deja que ella decida si la tiene, ¿no te parece...? Pero Sara no lo considera una señal de alarma y todo sigue igual de perfecto, excepto un par de discusiones por cosillas como que él hace mucho ruido cuando cocina.

La relación con la cuñada es, si cabe, aún más inverosímil en su perfección. Parecen hermanas que se hubieran criado juntas. Cuando Sara le dice a su nueva amiga (y antigua simple compañera de trabajo) que no se le ocurre mejores padrinos que ella y su pareja, no pude evitar pensar "¿qué tal tus cuñados, con los que hasta te fuiste de luna de miel?". No sé si a alguien le parece una idea genial irse en grupo a una luna de miel; yo lo considero una pasada de rosca muy grande.

No sé si es muy realista que un chico, perfecto o no, se enamore tanto de una mujer con traumas y mochilas. Cada relación es un mundo, pero transmitir ese tipo de cuento rosa no me parece muy recomendable para corazones femeninos heridos, o sin herir. No quiero extenderme más sobre esto, ya que cada lectora, sobre todo si cuenta con un mínimo de experiencia sentimental, saque sus propias conclusiones. Y digo lectoras en vez de lectores pero está claro que este tipo de historias no son la lectura preferida de ellos.

Destaco un par de momentos emocionantes que me hicieron conectar de manera fugaz con la protagonista, pues el resto del tiempo, tal como le dice su psicóloga, no doy crédito a que se cure de sus traumas tan deprisa. Uno de esos momentos es cuando celebra su primera navidad con la nueva familia. Me parece creíble cuando se quiebra en ese entorno. Otra escena que emociona, aunque es fácil dadas las circunstancias, es cuando ella está en la UCI. Por cierto, que hay un salto brutal sin cambiar de capítulo mediante el cual nos transportamos a tres años más adelante. Aunque ya podemos suponer que todo transcurrió en una nube de colorines y comieron perdices todos y cada uno de esos días.