Dioses de Antara (Dioses y Guerreros nº 1), de Jessica Galera Andreu. Reseña



Género: fantasía, juvenil, romance, paranormal

Autopublicado, 400 páginas


Sinopsis:

Después del accidente y tras varios meses en coma, Antara despierta incapaz de ver nada. Todo su mundo se desmorona: Óscar no ha ido a verla ni un solo día; sus "amigas" se alejan de ella y su sueño de ser escritora se convierte en una utopía. Lo único que se mantiene ahí es aquella pequeña librería entre cuyas paredes Antara encuentra la protección que necesita. Mina, su propietaria, una anciana amargada y sumida en mil vicios reprobables, trata de ayudarla en todo cuanto puede pero ella siente que se hunde en los lodazales de un mundo que era sólo apariencia y cuya solidez se ha resquebrajado ante la primera prueba de fuego.
Sin embargo todo da un vuelco radical cuando conoce a un muchacho con el que mantiene, apenas dos encuentros, cinco horas; suficientes para cambiar su mundo y devolverle una efímera felicidad que amenaza con esfumarse de nuevo cuando él se marcha repentinamente con una promesa vacía en los labios.
Antara vuelve a buscar refugio en los libros y es entonces cuando Mina le habla de uno en especial: el Libro de los Vínculos: un extraño volumen con las páginas en blanco que necesita algo muy distinto a la tinta para ser escrito; un libro que, además, no puede ser completado por un único autor. Lo que sus páginas claman por gritar es lo mismo que se esconde en el corazón de Antara, una historia, la suya, que la llevará a un lugar mágico donde su presencia no pasará, precisamente inadvertida. La meta: salvar aquel mundo; salvarse a sí misma. Su mejor arma: el amor.

Como lectora y escritora, puedo decir que el secreto de un buen libro es expresar justo lo que se quiere decir, sin cortar nada ni alargar demasiado, y enganchando al lector párrafo tras párrafo. ¿Fácil? Para nada, claro. Pero Jessica se esmera en que sus libros formen parte de ese selecto grupo.

La redacción es impecable, aunque se cuele alguna errata:, como maldeciste en vez de maldijiste, o esta otra:

La mayoría de ellos lo hacen sentados alrededor de una mesa circular esculpida en mármol con multitud de gravados en su superficie.

Me gustan los argumentos que me recuerdan de algún modo a La historia interminable, donde los personajes entran en el libro. Ese contraste o combinación entre realidad y fantasía, es fascinante y a la vez real, pues me parece igual de real la vida normal como lo que podemos construir con nuestra imaginación.

Por comentar alguna cosilla mejorable, con intención constructiva, por supuesto, ella dice que no podrá ser escritora tras quedarse ciega, tal como sabemos por la sinopsis, pero sí que puede dictar por voz y leer por Braille. Algunos escritores, como le pasó a Borges, se quedan ciegos y siguen creando historias que otras persona transcriben. Se puede ser escritor sin el acto físico de escribir.

El planteamiento puede parecer un tanto abstracto con todos esos personajes que son como pedacitos de ella pero tiene mucho sentido. Destaca el chico protagonista, lleno de matices, del cual no puedo contar mucho sin caer en spoilers. El recurso del "enemies to lovers" funciona bastante bien, y que haya un chico -en apariencia- demasiado perfecto para ser verdad no molesta para nada; de hecho nos encantan esos personajes.

El libro contiene muchas frases casi de autoayuda, lo cual es positivo sobre todo para el público juvenil. Me parece genial que se presenten modelos positivos de relación; basta ya de amores tóxicos idealizados, y creo que no hace falta que explique a qué sagas me refiero. 

Siempre he pensado que escribir es, en cierto modo, como ser dioses de tus propios universos, y en este libro pasa justo eso, así que lo he disfrutado a tope.

Destaco esta frase, porque me parece bonita y emocionante, sobre todo para las que compartimos esa vocación:
El sueño de ser escritora continuará navegando viento en popa a toda vela, surcando aguas profundas, resistiendo tempestades y renovando la ilusión.

En resumen, un libro muy recomendable para los aficionados al género fantasía que, si no me equivoco, dada la prolífica producción literaria de Jessica, tiene continuación en una segunda parte.

Ritual de duelo, de Isabel de Naverán. Reseña



Editorial Consonni, 135 pgs

Género: no ficción, elegía

Sinopsis:

Coincidiendo con el aniversario de la muerte de su madre, Isabel de Naverán escribe un diario de duelo. La acción física de escribir se convierte para la autora en un ritual, el gesto que transforma y resignifica la experiencia vivida. El libro discurre como una voz que toma consciencia de su propio estado de duelo, adoptando por momentos la naturaleza de una carta escrita hacia la madre, en busca de una nueva forma de presencia. Imágenes, recuerdos y observaciones de los estados cambiantes que siguen a un impacto vital se organizan en breves fragmentos formando una constelación en que distintas voces se cruzan. Quien recuerda lo que alguien dijo es ahora quien piensa o evoca y el yo se desdibuja para dar espacio a un entrecuerpos, un lugar de enunciación que es necesariamente inestable, generoso, táctil.

La autora trata de recuperar los últimos días de la vida de su madre cuando, afectada por una enfermedad degenerativa, se dispuso a morir rodeada de sus seres queridos y en su propia casa. Este escrito está marcado por lo vivencial y atravesado por la consciencia de una transformación que se da durante el tiempo inmediatamente posterior a la muerte de alguien querido. Este libro da cuenta de cómo se resignifica cada pequeño detalle de la vida cotidiana, modificándola sin vuelta atrás. Da cuenta, también, del ímpetu físico y vital que se experimenta en el periodo de duelo, una mezcla entre la pena y la alegría, un estado a veces lleno de contradicciones.


Lo primero que tengo que comentar es que me resulta difícil reseñar algo tan personal como lo que contiene este libro. ¿Cómo ponderar la forma de asumir la muerte de un familiar o de contarlo? Supongo que tendré que centrarme en lo segundo, en la forma, más que en el fondo.

El relato mezcla una especie de diario de los hechos con reflexiones en tono más poético. El esquema no es el típico de capítulos, pues a veces un solo párrafo en una página es un apartado independiente. A ratos la narración se vuelve un tanto abstracta y desconcertante, pero por lo general se lee del tirón. El hecho de que sean pocas páginas ayuda a su lectura fluida, aunque lo que se narra no hace que sea una lectura ligera. 

Hay escenas que te remueven por dentro, sobre todo si has sufrido una pérdida igual de cercana. Sin embargo, a pesar de lo que indica el título, la fase de duelo se describe poco, por desgracia. Es más bien una especie de preparación para la muerte, y no un manual acerca de superar un duelo, aunque para la autora haya sido curativo el haberlo plasmado en letras.

En caso de que el lector busque recetas para el dolor, hay que tener en cuenta que la historia cubre una forma concreta de muerte. Es decir, no es lo mismo cuando alguien muere en un accidente repentino, o de pura vejez, o en la flor de la vida, etc. Aquí tenemos una especie de muerte anunciada, pues se trata de una enfermedad degenerativa y la madre decide que no quiere seguir viviendo. No es eutanasia pura, pero se le parece. 

Si todas las muertes no son iguales, en el sentido que comentaba en el párrafo anterior, tampoco las reacciones de los allegados son las mismas. Cada persona y cada familia asume estos acontecimientos a su manera, según sean creyentes o no, lo unidos que estén, etc. En este libro se trata de una familia numerosa que forma piña, y que hace cosas que a mí al menos me sorprenden, como ponerse a cantar rodeando a la madre agonizante. 

Al hilo de esto, recordé un artículo de un prestigioso psicólogo, Rojas-Marcos, que leí hace años. Trataba de cómo no estamos preparados para afrontar la muerte como un momento "feliz". Él proponía algo parecido, una reunión de los seres queridos para despedir de forma serena y alegre al que se va. Me impactó la idea, porque aunque parezca razonable, todos sabemos lo duro que resulta hacer algo así.

Supongo que en un caso de enfermedad degenerativa no procede darle vueltas a las posibles desavenencias que puede haber en cuanto al derecho del familiar que se va apagando de decir "basta", pero quizá el relato adolece de un exceso de blancos sin negros y casi ningún gris. Que todos acepten de forma natural la idea de una muerte programada se me hace extraño, pero como dije antes, cada familia es un mundo.

La madre es una presencia constante, como es lógico, y por lo que podemos entrever, se trata de una persona fuerte a pesar de todo, que mantiene su lucidez y su voluntad hasta el final. Y, desde luego, valiente para tomar semejante decisión. 

Un libro, en resumen, que toca un tema aún tabú como es la muerte. Incluso aquí, se despacha el tema del funeral y entierro mediante una sola palabra en sendas páginas. Quizá no haya nada más que añadir, claro. 

La edad de la ira, de Fernando J. López. Reseña



Género: LGBT, ficción contemporánea, novela juvenil

Editorial: Espasa. 316 pgs

Sinopsis:

Marcos, un adolescente de clase media, asesina a su padre y deja malherido a uno de sus cuatro hermanos.

Amigos, familiares, profesores de Marcos: nadie se explica lo sucedido. Nadie pudo preverlo. Las imágenes del crimen acaparan los medios. La violencia adolescente se adueña, de nuevo, de la actualidad.

El crimen de Marcos no es un suceso aislado. Demasiados casos en los últimos años de menores envueltos en situaciones de extrema violencia. Bullying. Acoso cibernético. Ataques racistas. Trapicheos con drogas. Vídeos en YouTube con humillaciones a profesores. Docentes deprimidos. Fracaso escolar... ¿La culpa es de los adolescentes? ¿De sus profesores? ¿De sus padres? ¿Hay en verdad culpables o somos todos víctimas?

Un periodista, impulsado por estos interrogantes, decide adentrarse en el entorno del asesino. ¿Qué sucedió el día del crimen? ¿Cómo fue la semana anterior a los hechos?

En el instituto en el que Marcos cursa el Bachillerato, entre apuntes, pizarras y claustros, El reportero buscará la verdad, recopilando los testimonios de quienes formaron parte del mundo de Marcos durante aquellos días. Un mundo en el que sólo parece regir una única ley y una única edad: la edad de la ira.

Lo primero que me chocó del libro tras un par de capítulos es que el autor repite conceptos a menudo, como si hicieran falta diez páginas sobre una misma idea para que el lector la capte. Eso hace muy cuesta arriba su lectura, y la cosa empeora a medida que avanza la trama.

El argumento es sencillo: un crimen terrible cometido supuestamente por un adolescente "normal". Pero lo de menos es la trama. El libro es una excusa para mostrar una radiografía social en la que se reparte estopa a todos los niveles: profesores, alumnos, padres y gente en general. Lo de matar a los padres está de triste actualidad con la noticia reciente del quinceañero que mató a toda su familia porque lo castigaron sin internet ni consola. Y esta historia, escrita hace una década, refleja un castigo parecido. Supongo que hoy en día es el castigo habitual y el que más daño puede hacer, dada la adicción tecnológica que padece la mayoría de jóvenes y no tan jóvenes.

Pero el libro no habla de buenos y de malos, sino que reparte la culpa entre todos: profesores sin vocación que tienen bastante con sus dramas personales, la pérdida de respeto y  violencia generalizada y naturalizada que se vive dentro y fuera de las aulas (aunque no todos los jóvenes son así ni reaccionan igual), los padres que intimidan a los profesores, y un etcétera que todos conocemos.

Al comienzo del libro sabemos cómo acaba todo y tenemos a un periodista que trata de escarbar en los hechos por si hubiera algo más de lo que sugieren las evidencias. El problema es que el sistema de entrevistas con los conocidos del chico se hace muy pesado, y además el periodista no es precisamente Sherlock, o eso le interesa al autor para multiplicar páginas y estirar párrafos. 

Creo que todos podemos tener flashbacks al leer ciertas cosas, porque parecen verdades universales en cualquier centro educativo. Profes que se vuelcan con quienes menos lo necesitan, con los brillantes, en vez de con los que necesitan un empujón, o maestros que ponen motes a los alumnos, tal como ocurre a la inversa. 

Otro asunto que se toca en el libro es el uso generalizado de las drogas, del alto porcentaje de porretas que hay en esas edades, mientras los adultos fingen no saberlo. En fin, para todo esto que cuento no hace falta leer un libro, creo yo.

Si veis la serie basada en el libro, ya basta el tráiler para entender por dónde van los tiros y cuál es el secreto que sale a la luz a lo largo de muchas páginas. El autor es profesor de Lengua y Literatura así que conoce el mundillo de instituto, pero le cuesta resumir, da vueltas como los adolescentes perdidos a los que retrata, conjetura y abre debates, seguramente necesarios, o hasta imprescindibles, pero para eso creo que mejor hubiese bastado un ensayo sobre docencia, adolescentes y diversidad sexual.