Retorno a Cumbres Borrascosas- Primer capítulo gratis


La lluvia le golpeaba la cara y el viento hacía de su largo cabello oscuro una masa de locos mechones danzantes. Nada de eso podía advertir. Muy pronto el barro atraparía sus pies desnudos, y la oscuridad crecía a cada paso que daba hacia ninguna parte, hacia cualquier parte. El viento salvaje aullaba contra sus oídos, pero un único sonido resonaba en su cerebro, una única voz, un eco repetido una y otra vez: NUNCA podría casarme con él...
Oh, Cati, ¿por qué? ¿por qué? ¿Con qué derecho tú...? ¿Cómo puedes...?”
Sus confusos pensamientos no podían sobreponerse a su dolor, que se estaba convirtiendo en algo físico ahora. A pesar del tiempo infernal, su cuerpo no podía sentir nada. Solo su corazón estaba latiendo como si intentase partirse en pedazos.
“¡Heathcliff! ¡Heathcliff!”
¿Qué era aquello? ¿Se trataba de su voz realmente? ¿Había salido tras de él gritando su nombre? No, debía de ser su imaginación. O era el infierno llamándolo al fin.
Lo lamentarás, Cati, te juro que lo harás. Hasta el día en que mueras lo harás. Te lo prometo.”


Querido diario,
¿Dónde estará? ¿Dónde ha ido? ¿Piensa volver? Por favor, que regrese pronto, necesito explicarle, tiene que saber, no puede creer lo que dije, yo misma no creo que lo dijese, era mi vanidad la que hablaba, y esa maldita Neli no me mandó callar a tiempo. Oh, Dios, tengo el corazón acelerado desde entonces, me ahoga el aire que respiro aquí dentro, quiero salir a buscarlo y me da miedo encontrarlo muerto sobre una roca. No me sorprendería que hiciese cualquier tontería, como la que acaba de hacer. Escapar en medio de la noche, qué locura, qué poco freno tiene este potro salvaje, qué poco considera cómo me puede dañar su huida, qué egoísta puede llegar a ser. Y, sin embargo... sin embargo, ¿no he sido yo menos egoísta al escoger a Edgar antes que a él? Dios mío, ¿acaso tengo perdón? ¿Acaso tengo elección? ¿Soy mala por querer vivir en la Granja? Busco mi bien, ¿acaso eso es pecado? Él debería hacer lo mismo y pensar en mi bien por encima del suyo, ya que no es capaz de mejorar en la vida. Vete, maldito, me has hecho llorar y no te lo voy a perdonar. Estoy enfermando por tu culpa, no dormí por si volvías, y de haber dormido se hubiese repetido la pesadilla de estar en el cielo y llorar por volver a los páramos. Sí, que se vaya, ¡mejor así! ¡Que se vaya! ¡Adiós, Heathcliff! Espero que te vaya bien y que tú también puedas ser feliz con alguien que llegue hasta lo más oscuro de tu alma, con alguien como... como yo.


No recordaba cuánto tiempo había empleado en deambular durante la noche. Se encontró de repente tumbado en el suelo, de espaldas, como si una fuerza mágica lo hubiese depositado allí. No sabía dónde se encontraba, el paisaje había cambiado de manera considerable. Se incorporó, sintiendo que le dolía hasta el último músculo de su fornido cuerpo y trató de buscar una senda cercana desde la cual localizar a algún alma viva que le diera información. Cuando lo logró, continuó la ruta a pie hasta la costa. Al cabo de una jornada completa llegaría a su destino, según la escasa información que pudo obtener de los aldeanos que se topaban con él. Tenia un objetivo muy claro. Alejarse lo máximo posible. Cruzar el océano y comenzar una nueva vida sin ella.


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