Circo Máximo, de Santiago Posteguillo. Reseña


El reciente ganador del premio Planeta, Santiago Posteguillo, es el autor de mi lectura más reciente. Tuve que buscar hueco a lo largo de varios meses para completar la lectura de tan extensa novela, que ronda las mil páginas. Aparte de sus muchas subtramas secundarias, la historia principal se centra en el emperador Trajano, primer hispano que llegaba a semejante posición de poder en el Imperio romano, aproximadamente un siglo después del nacimiento de Cristo. El título hace alusión a las carreras de cuadrigas (carros tirados por caballos como en la ilustración de portada) que se celebraban en los Circos romanos, y es que uno de los personajes principales es un auriga, o conductor de cuadriga, que está enamorado de una vestal, es decir, una sacerdotisa sagrada en Roma.

Me regalaron el primer libro de esta trilogía hace unos años, Los asesinos del emperador, y me enganché a saber qué pasaba con la pareja del gladiador Marcio y la guerrera Alana. Pero en este libro tampoco concluye su historia. Cuando al fin vislumbré el final de un libro tan largo, a falta de más cien páginas, me topé para mi sorpresa con el epílogo. Ya se habían atado muchos cabos, pero desde luego si la idea era dejar con la intriga, el autor lo consigue. Pensé que era extraño introducir nuevos personajes a esas alturas, y supongo que se trataba de un puente hacia la tercera parte.

No he leído esa tercera parte y no sé si lo haré, así que no voy a posponer la reseña de este libro. Tengo que decir pronto lo que menos me gustó del libro, para centrarme en lo bueno. Se me hizo muy pesado cada vez que se narraba una batalla. Incluso poco realista, como si el emperador viera desde un helicóptero todo lo que ocurre en cada momento en los combates.

Destaco el enfoque humano del emperador y el análisis psicológico del mismo. Como punto fuerte, además de lograr mantener el interés por la ágil narración y el recurso de intercalar escenas de tramas distintas, tenemos algunos momentos emocionantes y directamente épicos, como cuando su mejor amigo (o algo más como se sugiere) demuestra una lealtad que no se quiebra ni a las puertas de la muerte. Hay varios momentos más que te mantienen en vilo, incluso cuando ves venir el desenlace. Quizá faltan descripciones pero le quitaría ritmo.

Realidad y ficción se mezclan en esta ambiciosa historia que parece orientada a un guión para una serie. No me cabe duda de que tendría muchos espectadores, que sentirían cómo se les eriza la piel cuando los soldados romanos cruzan el puente más largo jamás construido. Y es que desde el presente no siempre podemos valorar cada avance que nos dejaron nuestros antepasados, esos eslabones de una cadena que continúa hoy gracias a la valentía de aquellos pioneros. Quizá lo hacían por ambición y un punto de locura, pero hay que reconocer que el Imperio romano llevaba avances a las tierras que colonizaba. No hace mucho, en una noticia televisiva sobre unas lluvias torrenciales, se podía ver un puente romano que ni se había inmutado, y que seguirá ahí cuando construcciones más recientes hayan desaparecido. El arquitecto Apolodoro es de mis personajes preferidos porque es el típico visionario que consigue lo imposible.

Creo que leer novela histórica no es algo que le atraiga a todo el mundo. Es una mezcla de hechos reales con otros ficticios y una especie de biografía de los personajes históricos. Hay novelas históricas que se hacen muy pesadas, o que falsean la personalidad de los personajes notorios de manera descarada. Es imposible hacer un retrato fiel de nadie, con independencia de si es actual o pasado, incluso en las autobiografías a saber cuánto de inventado hay. Pero cuando existe una gran labor de documentación, como es el caso, ya que el autor casi se ha especializado en la época de la Roma antigua, eso se nota. En cuanto a los personajes, concretamente al protagonista, Trajano, quizá ensalza demasiado sus virtudes y no subraya tanto sus defectos. En un contexto militar, sin duda era un hombre muy capaz, que tuvo la ambición de expandir el Imperio hasta donde nadie se había atrevido, a pesar de ser un extranjero venido de Hispania, o sea, de la actual España, concretamente de Itálica, que os recomiendo visitar ya de paso. Quizá te suene porque sirvió de escenario para Juego de Tronos. Y ya por el hecho de que Trajano fuera un advenedizo en el corazón de la Roma imperial, despierta cierta simpatía. En la novela se plantea claramente que tenía tendencias homosexuales y algunas fuentes afirman que incluso pedófilas, y no llegó a tener hijos con su esposa. Al fin y al cabo, por mucho que los emperadores recibieran el título de divinos, no dejaban de ser simples mortales con sus defectos. Recuerdo que me hizo gracia cuando leí en un párrafo que Trajano tenía que mirar unas cosas pero lo dejó para otro día porque estaba cansado. Ya sé que es una tontería, pero cuando se empeñan en transmitir a lo largo de los siglos una imagen idealizada de ciertas personas, se te queda algo de esa idea. Y por eso resulta interesante asistir a la recreación imaginaria de lo que rondaba por la cabeza a ese hombre, que quizá como sugiere la novela, prefería combatir en plena batalla junto con el resto de soldados antes que quedarse aburrido en palacio. Aunque aburrido tampoco estaba, entre problemas políticos y personales.

Una de las pegas que le pone la gente al género de novela histórica es que les resulta difícil meterse en situación cuando el contexto queda tan lejano. Sin embargo, la naturaleza humana no cambia tanto a lo largo de los siglos y la sociedad actual, por desgracia, no es tan distinta. Seguimos con la corrupción, con la organización jerárquica, con la deificación de ciertas personas, etc. Ahora la gente no adora a los gobernantes en general, pero sí que pueden considerar semidioses a futbolistas como Maradona o a su cantante preferido.

Al haber muchas subtramas a veces te pierdes un poco con los personajes, sobre todo porque algunos nombres son parecidos, o porque aparecen al cabo de cientos de paginas cuando te suena muy remotamente todo. Supongo que si lo lees más seguido a como lo hice yo no tendrás ese problema.

El epílogo es interesante si te gusta profundizar en la Historia. Pero si te quedas "solamente" con la novela, lograrás meterte en las mismísimas tripas del Imperio romano, cubriendo todos los estratos sociales, y es algo que tiene un indudable mérito por parte del autor.

El primer libro tenía un par de fallos que por desgracia no recuerdo, me suena que era algo de los linces pero no podría jurarlo. Se me hizo más ameno que este, pero la intensidad de Circo Máximo en algunos momentos es superior al otro. Y es que ser emperador era un empleo de alto riesgo. Como bien dice en cierto momento el autor, el lugar más peligroso, más incluso que el Circo o el Anfiteatro, era el trono imperial con sus conjuras e intrigas, aunque un gladiador o un auriga no tenían tampoco una vida fácil. Y aquí no hay ni santos ni pecadores, o son todo a la vez, porque, ¿quiénes eran más bárbaros, los así llamados, como los dacios, o estos romanos que disfrutaban viendo a los leones comerse a los gladiadores?

En resumen, un libro (o libros) altamente recomendables.

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