La gran mentira, de Marc Barrio. Reseña

 



Género: humor, ficción contemporánea, sátira
Editorial: autopublicado, 135 páginas.

Sinopsis:
Quique, publicista venido a menos, está fuera de lugar, aturdido y sin ilusión. Un día recibe, para su sorpresa, la noticia de que ha ganado el premio a hombre del año en su pueblo natal. Entonces volverá para recoger el galardón con su madre senil, lo que dará paso a un reencuentro con momentos de un pasado que ha intentado borrar infructuosamente.

Este paseo por el pueblo, antiguo lugar de paso en la ruta del Bakalao, no solo no servirá para cerrar viejas heridas, sino que dará pie para cometer nuevos errores mientras trata de dilucidar parte de su pasado y entender quién es él en la actualidad.

Esta historia se desarrolla en un breve lapso pero sirve para sintetizar la vida de sus protagonistas al mismo tiempo, en la delirante, a ratos, aventura de un perdedor que carga con varias mochilas existenciales: el amor platónico de una juventud que se desarrolló en la época de la ruta del bakalao; una madre senil que encadenó pareja tras pareja y que veía al hijo como una carga molesta; y él mismo, traumatizado por no saber quién era su padre y sin mucho rumbo en la vida. 

Lo más notable del libro, dejando aparte un argumento que no puede alargarse más, o que quizá daría para una saga, según se mire, es su punzante estilo directo. Lo mínimo que debería ofrecer un libro es que te enganche, sin importar mucho si lo que cuenta te resulta ajeno o cercano, y este libro tiene la virtud de atraerte hacia el periplo del protagonista.

En cuanto a la gran mentira a la que hace referencia el título, se trata del amor, según la visión del protagonista:

Spoiler

El amor ha muerto. El puto Cupido está amordazado en una mazmorra. Está lleno de cardenales y cortes; le han saltado un ojo a hostias y todas las noches le abren el culo a pollazos. Desde que eres pequeño, te venden la trola. En la televisión, en la radio, en el cine, en los libros. Te dicen que existe alguien para ti, una media naranja, tu alma gemela, que la encontrarás, que serás feliz. 

Lo que llaman amor es sexo edulcorado con miedo, con autosugestión, con dependencia, con mentiras. Mentiras. Mentiras. Mentiras. No amamos, nos conformamos; nos escondemos en la vida de otros porque asumir la verdad y la soledad es demasiado doloroso. Preferimos fingir. Vivir una gran mentira.

El libro se lee con fluidez y está correctamente escrito, en general. Aunque se cuelan un par de erratas, a pesar de que se indica que fue publicado tras una corrección ortotipográfica profesional para garantizar el mejor resultado en el producto final... "La voz de hurraca (!)", o "lo que sucedió a noche". Esto último entra en la terrible moda de poner "a" separado de absolutamente todo, como la manía de escribir "a parte" que se ha extendido en los últimos tiempos. 

El libro mezcla humor y sátira y consigue momentos realmente cómicos: 

Desde la cocina llegan oleadas de calamares fritos, de caldo de pescado, de sofrito de pimientos y cebolla, de tarta, de flan. No he probado bocado y ya estoy empachado.

Esta aventura corta con toques surrealistas nos la cuenta en primera persona alguien que dice cosas muy ciertas, como que la gente perdona infidelidades como un perro apaleado que vuelve con su dueño simplemente porque es suyo.

Interesante resulta el choque del amor platónico contra la realidad, y me gustó el personaje de la madre, que produce una mezcla de antipatía, ternura y comicidad. Él apenas la soportaba pero ahora que es una frágil carcasa con la cabeza ida se siente responsable de ella. Al hilo de esto, lo que menos me gustó, y teniendo claro que no por ser viejos son todos unos santos, es que por mucho que fuera la madre una ligera de cascos se refiera a ella como zorra y puta en un par de ocasiones. 

En resumen, un libro que entretiene y te hace echar unas risas, que no es poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu mensaje. Aparecerá tras aprobación.