
Antes
que nada, agradecer a la autora y a Reina Lectora por hacerme
llegar este libro, dentro de su iniciativa Cita a ciegas con un
libro. Yo escogí la opción “las chicas son guerreras” y detrás
estaba este libro, y no me ha decepcionado porque el contenido casa
bien con el concepto.
Sinopsis
Barcelona,
1675. El Born es uno de los barrios más marginales de la ciudad,
donde imperan las casas de juego causantes del vicio y la corrupción.
Las hermanas Vidal han conseguido regentar un negocio de apuestas a
base de sufrir penalidades y salvar obstáculos.
Matilde
no acepta ser sumisa y complaciente. Clara, por el contrario, es
amable y coqueta. Beltrán es mucho más que un atractivo barón
caído en desgracia.
Le
proponen a Beltrán Corbera de Pardo, barón de Senan, perdonarle las
deudas que ha contraído con la condición de que se case con una de
ellas.
Opinión
Hay
una estrella indiscutible en esta novela, aunque los demás
personajes sean imprescindibles. Me refiero a Matilde. Por resumir un
poco el carácter de la hermana "seria", tenemos esta
frase:
¿No
le parece de lo más ingenuo pensar que después del matrimonio uno
puede divertirse?
Y
es que Matilde sabe lo que es casarse y no precisamente comer
perdices luego. Clara es como su antítesis, solo piensa en el aquí
y ahora y sueña con que los hombres se enamoren de ella en vez de
quererla solo para "eso".
Cuando
el apuesto Beltrán entra en escena, la convivencia se vuelve tensa
entre el trío, pues aunque él se casa con una de las hermanas
solamente (obvio), todos viven bajo el mismo techo. La acción se
desarrolla en su mayoría en la casa de juegos y no por ello decae el
interés de seguir pasando las páginas y ver hacia dónde conduce la
montaña rusa de emociones entre los tres.
Me
gusta mucho que se cuestione la sumisión femenina en este libro,
sobre todo en un época donde la cosa estaba realmente mal, como
vemos por ejemplo en este diálogo entre Beltrán y Matilde:
—¡Por
el amor de Dios! ¡Deje de hablar por ella! ¿Es que no tiene
opinión?
—¿No
les gustan así a los hombres?
Pero
los personajes no tienen una personalidad blanca o negra sino que se
mueven en una amplia gama de matices grises: una mujer de carácter
no tiene por qué carecer de un lado vulnerable, al igual que una
chica frívola puede tener la cabeza en su sitio cuando llega el
momento, de manera que Beltrán se sentirá atrapado y sacudido por
las contradicciones de la naturaleza femenina de manera constante. Él
mismo es un modelo masculino que trata de escapar a lo socialmente
establecido como normal.
La
Barcelona de la época apenas se perfila, pero no es una novela
histórica en sentido estricto después de todo y solo al final del
libro nos deja la autora algunos datos del contexto real.
Una
de las cosas más reseñables de este libro es la introducción a
cada capítulo, que yo lo llamaría algo así como el espeluznante
recopilatorio misógino de autores clásicos consagrados (hombres,
por supuesto...) y como muestra, este par de botones:
«Es
también saludable consejo que la mujer no sea brava ni ambiciosa,
sino mansa y sufrida. Si sufre, será con su marido bien casada»
(Antonio de Guevara, 1539-1541, Epístolas familiares).
«Por
esto una mujer es siempre mujer, es decir, loca, por muchos esfuerzos
que realice para ocultarlo» (Erasmo, 1466-1536).
Asistimos,
pues, al espectáculo de lucha de poder entre sexos en una época
poco propicia para que la mujer llevase la voz cantante, todo ello
aderezado con ciertas dosis de erotismo, en un enredo a tres bandas
que se lee con agrado a pesar de que peque un poco de previsible en
algunos momentos, aunque el final no lo sea tanto.
Lo
mejor: Matilde es un personaje muy logrado
Lo
peor: lo de entrar en la Corte Real me resulta un poco inverosímil,
pero la autora estudió Historia, así que sabrá de lo que habla.
Resumen:
recomendable si te gusta el romance histórico o el romance en
general.