Canción de Navidad, de Charles Dickens. Reseña



Habrá poca gente que no conozca esta historia. Otra cuestión es que hayan leído la original. Hay versiones cinematográficas de sobra y creo que yo vi una de ellas antes de conocer el libro. Llegó hasta mis manos, por herencia familiar digamos, en versión inglesa y durante varios años para mí era como un ritual releerlo en estas fechas. Dejé de leerlo precisamente porque pasé una racha anti-navideña que me acercó más a la postura del anciano protagonista jaja. A día de hoy ni lo releo ni lo tengo en el olvido. Para mí es una obra maestra indiscutible, a pesar de su aparente sencillez.

Por si queda alguien que no conozca la historia, Dickens nos narra la historia de un avaro que cada vez se amarga más y más, sobre todo en estas fechas de celebraciones familiares. Una noche recibe la visita del espíritu de su fallecido socio y tras él vendrán tres más. Es así como conoceremos la vida completa de un hombre que no siempre fue así.

Dickens era experto en narrar dramas y desde un punto de vista actual resulta un poco melodramático y de lágrima fácil. Me refiero por supuesto al pequeño personaje inválido y en general a toda su humilde familia. En contraposición, tenemos el mundo de los fantasmas, aunque tanto la miseria como la creencia en los espíritus era algo frecuente en la Inglaterra de su época.

Resulta curioso cómo en ciertos libros se mezcla el género fantástico con el realista con tanta naturalidad. Y no por ello está en la sección de fantasía en cualquier librería. Con considerarlo un cuento, incluso un libro para niños, asunto resuelto. Pero aunque es una historia para todos los públicos, no creo que fuera destinada al infantil en primera instancia. El mensaje es muy profundo y muy agitador de conciencias. Lo de menos es que se desarrolle en Navidad, aunque la atmósfera semi mágica de una fecha tan señalada admite con mayor comodidad, por decirlo de alguna manera, que haya ingredientes sobrenaturales.

Realmente, todos somos Scrooge, o podemos llegar a serlo, y en cualquier caso, hayamos perdido o no para siempre nuestra energía vital del pasado, no está de más hacer el ejercicio mental de imaginar qué ocurriría si nosotros recibiésemos la visita de esos tres espíritus. No voy a recomendarte que lo leas todos los años o que compres el pavo más grande de la tienda, ni siquiera te aconsejo que cambies tu opinión acerca de la Navidad si no te gusta (motivos hay tanto para odiarla como para amarla). Lo que sí te recomiendo es que no te pierdas esta joya clásica porque merece muchísimo la pena.

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