Reseña: El espejo, de Ricardo Zamorano


Género: ciencia-ficción, terror, distopía

Sinopsis: 
Rodeado de cadáveres, entre ellos sus padres, y bajo un cielo amarillo y enfermo, un niño de nueve años crecerá demasiado pronto. Tendrá que hacer frente a un mundo desolado, un mundo posapocalíptico y lleno de peligros que lo obligará a conocerse a sí mismo antes de tiempo y a darse cuenta de que el mundo no es un lugar de juegos. Y todo ello mientras planta cara a lo que un escenario así conlleva: la soledad.

Lo primero que llama la atención es la forma en que está redactado el libro, de manera correcta y manteniendo la tensión narrativa durante la mayoría de sus páginas, lo cual no es sencillo dada la limitación que supone tener tan pocos personajes. No es muy largo, a medio camino entre el relato y la novela corta, lo cual contribuye a que se lea del tirón.

Tal como sabemos gracias a la sinopsis, se trata de una historia post apocaliptica, un sub-género distópico en el que queda poco margen para la innovación pero al que Ricardo consigue aportar elementos novedosos e interesantes. La ambientación casi no es necesaria recargarla con descripciones porque casi todos nos la podemos imaginar: destrucción y escenarios deprimentes por todos lados. Pero también hay detalles especiales como el cielo amarillo que se nos presenta desde la sinopsis.

Siempre resultan interesantes las historias en la línea de qué harías tú en esa situación. En este caso el protagonista es Ayna, un niño con un nombre peculiar que por eso mismo  no resulta fácil de ubicar en un punto concreto de la geografía mundial. Desde luego resulta inquietante el hecho de imaginarnos en la piel de ese niño que debe madurar antes de tiempo, como el protagonista de El imperio del sol, por buscar un recuerdo al que pueda comparar la sensación de desamparo extremo que me ha trasmitido alguna historia parecida. Pero Ayna no solo pierde a sus padres sino que el mundo que lo rodea parece salido de la peor de sus pesadillas.

La historia se mueve entre el suspense y el terror y nos lleva a conocer a esta especie de Robinson Crusoe, de náufrago en su isla particular, donde por cierto llama la atención que no haya animales o que no se explique la ausencia de los mismos. Doy por sentado que corrieron el mismo destino que el resto de cadáveres.

Quizá sobra lo de dividir el libro en dos partes dada la extensión del mismo, aunque entiendo que quiera diferenciar entre antes y después de El espejo que da título al libro. Te preguntas el porqué de ese título, y todo cobra sentido cuando lo lees. ¿Qué pinta un espejo en todo eso y por qué precisamente ese objeto frágil y reflectante? Es quizá el logro literario más notable del libro a pesar de su aparente sencillez.

Me sorprendió saber que un capítulo estaba escrito por otra persona pero la verdad es que no desentona con el resto. No soy muy fan de los escritos a dos manos pero en fin, están en su derecho a hacerlo así.

No voy a hacer spoiler del final, de ese final que esperamos con curiosidad creciente a medida que pasamos las páginas, pero en general el libro lleva a la reflexión acerca de qué estamos haciendo con el planeta y nunca sobran ese tipo de mensajes viendo los tiempos que corren.

Me queda la sensación de que el autor puede afrontar el reto de escribir algo más extenso y complejo, esperemos que así sea en el futuro.

2 comentarios:

  1. Mucha gracias, Ana. Me alegro de que estuvieras dispuesta a leer y reseñar esta pequeña novela.

    Seguimos en contacto para futuros libros.

    Un abrazo.

    Ricardo Zamorano

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