Primer capítulo de mi libro Sin ti lo seré todo.
Sinopsis:
Una visión certera de las relaciones en la era internet. Paloma, una treintañera urbanita, siente que su mundo se derrumba cuando su novio rompe la relación que mantenían a distancia por motivos laborales. Justo entonces escucha la canción de Amaral, Sin ti no soy nada, y a partir de ahí intenta darle la vuelta a la frase y serlo todo sin él, porque en la vida real las cosas no son tan sencillas como “chico encuentra chica”, ni siquiera como “chica pierde chico y trata de recuperarlo a cualquier precio”. El humor se entremezcla con el dolor de una ruptura amorosa en esta novela contemporánea con tintes autobiográficos ambientada en el mundo de las citas por internet, que puede leerse como un libro de autoayuda para superar una ruptura amorosa, en la línea de la obra de no ficción de la misma autora Primeros auxilios contra el desamor. Acompaña a la protagonista en el viaje interior que toda mujer debería realizar antes de buscar al hombre de su vida.
El último viaje
Qué manía le cogió a Extremadura al
completo, qué feo le parecía cualquier punto de encuentro a medio
camino entre Madrid y Lisboa. Y lo gracioso era que no conocía
apenas nada de aquella tierra aparte de unos cuantos bares y parkings
públicos en los que dejaba su coche a buen recaudo, antes de
montarse en el automóvil de él para hacer alguna escapada a los
alrededores. Sabía que era una antipatía irracional, pero odiaba a
toda la comunidad autónoma, porque sí, o quizá por no odiarlo
tanto a él. Sentados en aquella mesa apartada de un bar, apurando
las últimas horas antes de partir cada uno hacia su casa, Paloma
dijo que no podían seguir así, que las relaciones a distancia no
funcionan eternamente, y Mario respondió que él no podía ir más
allá. Ella se echó a llorar y le acusó de utilizarla como un
simple entretenimiento y él acabó llorando también ante semejante
acusación, falsa en su opinión. Pero es que costaba creer lo
contrario, lo pensaba una y otra vez cuando pudo secarse los ojos lo
suficiente como para agarrar el volante antes de que la noche se le
echase encima. Escuchaba “no puedo ir más allá” como si él
fuera sentado en el lugar del copiloto y se maravillaba de que un par
de horas atrás hubieran estado convirtiendo la cama del hotel en un
revoltijo de sábanas, como si la ruptura no anunciada comenzase su
recta final con los fuegos artificiales del último polvo que
echarían juntos en toda su vida. Hombres... pensó, maldiciendo a
todos los descendientes de Adán en conjunto. Sólo nos buscan para
el sexo, siguió pensando, mientras sus sollozos se convertían en un
cabreo monumental. Cuántos kilómetros en balde, cuántos años
perdidos en un juego de idas y venidas, de escapadas y llamadas hasta
el amanecer, qué falta de planificación, qué maldita locura.
Decidió poner la radio, en un intento de
acallar la fantasmal voz en sus oídos y de paso para animarse un
poco antes de que Alicia notase sus ojos hinchados de regreso a casa.
Los días que pasan
Las luces del alba
Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de
nada
Qué no daría yo por tener tu mirada
Por ser como siempre los dos
Mientras todo cambia
Porque yo sin ti no soy nada
Sin ti no soy nada
Sin ti no soy nada
“No, mierda, justo esa canción no, ahora no,
no puedo soportarla.”
Malditas canciones, malditas frases de amor,
malditas películas románticas. Una vez había leído que había
personas visuales, otras auditivas y algún tipo más, y ella
definitivamente era de las auditivas. Cualquier frase se le quedaba
grabada, como cuando le preguntó la vez anterior adónde iba
aquello, que ya pasaba de amistad pero no era todavía relación
amorosa, y él respondió “vamos a intentarlo, no conozcamos a
otras personas, si sólo estoy yo para ti, sólo estarás tú para
mí”. ¿Acaso no lo habían intentado lo suficiente? ¿Había otra
esperándolo en Lisboa? ¿Fueron los dos tan tontos de no pensar en
un plan futuro que los reuniese en la misma ciudad? Él nunca hablaba
claro del asunto, echaba la culpa de no poder regresar a Madrid al
trabajo. Tenía gracia, eran de la misma ciudad y se habían tenido
que conocer por internet. “Si no fuera por el curro, iría a
cualquier sitio donde tú estuvieses, Paloma.” ¿Sabía aquel
malnacido que ella era una persona auditiva y por eso la encandilaba
con frases bonitas? ¿O todas las mujeres caían en las mismas
trampas?
Tres horas de viaje le dieron margen para
repasar casi día por día todo lo que había ocurrido desde el
simple “hola” que dio comienzo a todo, una tarde aburrida y gris,
con aquel mensaje privado en un foro sobre su gran pasión en común:
la música rock. Cuánta afinidad, cuántas horas hablando de tantos
intereses comunes, qué bonito ir dando pasos hasta encontrarse en
persona. Qué nervios, qué emoción, qué energía invertida... para
nada.
Ya no sentía tristeza ni enfado, sólo le
dolía la cabeza y quería esconderse debajo de la almohada en cuanto
soltase la maleta. Decidió que tiraría toda esa ropa, no quería
nada que le recordase a su último viaje juntos.
Aquella noche soñó con él, y la siguiente, y
la otra. Lo último que le había dicho antes de meterse en el coche
fue que le daría espacio y lo dejaría tranquilo para que se
aclarase. Qué duro resultaba tener ganas de luchar por algo y que al
otro lado tirasen la toalla tan alegremente. ¿Pensaría él en ella
a todas horas también? ¿Estaba todo perdido sin remedio? Agarraba
el móvil y lo alejaba con toda su fuerza de voluntad. “No debo
agobiarlo, no quiero parecer desesperada, tengo mi dignidad, lo echo
tanto de menos, decir hola no puede hacer daño, no quiero volver a
saber nada de él nunca más.” Se iba de un extremo a otro en sus
pensamientos, incapaz de tomar alguna decisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu mensaje. Aparecerá tras aprobación.