¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?, de Enrique Jardiel Poncela. Reseña



No estaba el horno para bollos en cuanto al humor se refiere en la época que le tocó vivir a Poncela. Una guerra civil y su postguerra no son precisamente divertidas, aunque por ello mismo el humor era más necesario que nunca. Y hablo de humor porque Poncela, más allá de sus grandes dotes literarias, era un gran humorista. Quizá por eso no tiene el reconocimiento de otros autores más serios, como si hacer reír fuera un género menor o algo sencillo, que no lo es en absoluto. Me parece un hombre fuera de época, que de haber nacido más adelante estaría hoy en día escribiendo monólogos y guiones de series de humor que batirían récords de audiencia.

Ya desde que empiezas a leer sus prólogos comienzas como mínimo a sonreír, porque nos cuenta las vicisitudes detrás de la obra, cómo tenía que escribir por narices una obra teatral por compromiso con el empresario del teatro o lidiar con el ego de algunos actores, etc. Si eres escritor o aspiras a serlo, es muy interesante cuando comenta su forma de escribir, haciendo una especie de esquemas y fichas de cada personaje. Y es que aunque tu género sea el humor, eso no significa que seas menos disciplinado o profesional a la hora de escribir.

Escribió ensayos, novelas, teatros, guiones de cine, etc. Impresiona la cantidad de obras que produjo:



Su humor era irónico y medio surrealista, no siempre comprendido por público y crítica, y murió arruinado con tan solo 50 años, haciendo tristemente realidad una frase suya: el artista testarudo que se empeña en hacer arte impopular logra su propósito de morirse de hambre. Fue valiente al escribir lo que le apetecía, y lo que se le daba mejor, claro. A ratos puede parecer un misógino, porque ridiculiza a ciertas mujeres, pero luego te das cuenta de que repartía caña a todos los personajes por igual, y muchas protagonistas femeninas son mujeres adelantadas a su tiempo: libres, activas, sin rodeos en el terreno sexual y con las ideas claras.

He escogido esta obra en concreto porque es de mis preferidas, junto con Amor se escribe sin hache y Espérame en Siberia vida mía. Pero hay muchas otras de gran calidad y bastante conocidas. Algunas fueron llevadas al cine también. Quizá te suenen estas: Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada.


Pero voy ya con la reseña. El título hace referencia a la leyenda medieval de santa Úrsula, que se supone peregrinó con once mil vírgenes a Roma. Pero el libro no va de eso, sino de ridiculizar la figura del típico donjuán, y lo hace con una gracia infinita, con una frase genial seguida de otra, y de otra, sin parar. Estamos ante una de las sátiras más divertidas sobre la conquista amorosa que jamás se escribió. El protagonista es un donjuán que está de vuelta de todo en cuanto a mujeres se refiere. Tiene un archivo clasificado con sus más de 36.000 conquistas. Está ya muy aburrido del asunto y no cree un pimiento en el amor.

Hasta ahí el libro es muy divertido, pero entonces entra en escena una mujer, que parece una versión femenina del donjuán, y que de hecho tiene en su historial más de 37.000 hombres conquistados, y el protagonista se queda descolocado por completo. Es el antiguo mito de don Juan y la inocente Inés, pero esta vez ella tiene poco de inocente. El libro por tanto es cada vez más divertido y más loco, como el loco amor al que no se sabe si ridiculiza o enaltece o todo junto.

Un libro de diez que no puedes perderte y que te hará reír si te gusta el humor inteligente.

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